CAPÍTULO 27.-segundo fragmento

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—No me voy a ir —Gabriela gruñía—. Me voy a quedar a cuidar a papi.

—Papi es un demonio que le salen alas, cuernos y con un ejército de perros feos de fuego, papi se puede cuidar solo —le decía su madre.

—¡Yo quiero que papi nos acompañe! —Bael estaba sujetado a su padre como garrapata llorando—. Me dijiste que nunca me dejarías solito.

—No te estoy abandonando Bael —Alan acariciaba la espalda de su hijo mientras este con la cabeza hundida en su pecho, mojaba sus ropas con sus lágrimas—. Solo los dejaré en un lugar seguro para que papi mate a los malos sin miedo a que ellos lleguen a ustedes.

—Yo quiero matar malos con papi —Gabriela también tenía ganas de llorar, pero a diferencia de su hermano, estaba en su cama mirando con el ceño fruncido y con resentimiento por no dejarla quedarse—. Yo quiero estar aquí para cuidarlo , ¡Yo los morderé!

Alan miró a Lucy, que miraba enternecida a sus hijos.

—Pero si se quedan aquí —hablo Lucy—. ¿Quién me cuidará a mí?, yo no sé pelear.

Gabriela frunció más el ceño.

—Mami es una princesa inútil como los de los cuentos.

—¡Gabriela! —su papá la reprendió intentando no reír.

—Bael tenemos que cuidar a mamá —le habló a su hermano.

—Tu... tu —Bael intentaba calmarse—. Tu vete ... con mami y yo me quedo con papá Alan.

Se sujetó más fuerte de su padre.

—Bael mírame —le habló su padre, pero el niño no quería sacar la cara de su pecho—. Bael...

—¡Yo me voy a quedar contigo! —empezó a llorar más fuerte.

Alan empezó a caminar por la habitación con él en brazos, esperando que su hijo se calmará. No había nada en el mundo que le doliera más que el llanto de sus hijos, él tampoco quería separarse de ellos, pero sabía que era necesario.

Bael se había dormido en sus brazos y Gabriela en los brazos de su madre.

—¿Cómo es posible que prefieran quedarse contigo que conmigo? —hablo ella bromeando e intentando levantar los ánimos—. Se supone que los niños pequeños quieren más a sus madres.

—Tienes que prometerme que evitarás que salgan del refugio —dijo Alan acomodando a Bael en su cama—. Tienes que mantenerlos a salvo.

—Estaremos bien Alan —Lucy lo imito y acomodo a Gabriela a lado de su hermano.

Alan se acercó a ella y la besó con ternura.

—Ellos intentarán salir, se parecen mucho a mi —sonrió Alan.

—Puedo cuidar a mis hijos —respondió Lucy—. Se controlar a Bael y amarraré a Gabriela si es necesario.

Alan iba a hablar nuevamente cuando escucho la voz de Oliver en su cabeza, le estaba diciendo por conexión mental que se acercara a su despacho inmediatamente.

—Ve —Lucy le acaricio su rostro—. Yo me quedaré con ellos mientras empaco sus ropas.





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ALFA KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora