CAPÍTULO 12.-tercer fragmento

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—En serio quisiera que esto fuera de otra manera. —Su mirada frustrada y el constante movimiento que hacía con su pierna me indicaba que intentaba ser lo más amable posible—. El problema no es que tu no tengas título o una posición social alta, si eso es lo que piensas —y justo era lo que pensaba— o si piensan que esto está mal. El problema no es que tú seas gay, el único problema aquí es que yo no lo soy, ¡no soy gay, ¿entiendes?!

Se levantó frustrado del mueble de mi sala, después del incidente que tuvimos en mi baño (por culpa de él, claro ¿Quién se mete a casas ajenas de esa manera?), le pedí amablemente que me esperara en mi sala mientras me cambiaba. Él estaba extrañado por mi tranquilidad, hizo lo que le pedí y ahora está como loco caminando de un lado a otro dándome explicaciones.

—Lo que siento por ti es raro. ¿Sabes? ¡Nunca me había sentido de esta manera! —decía más para sí mismo—. Pero no te veo como mi... pareja o sea, es que no sé cómo explicarte. ¿No me vas a decir nada? ¡Me estoy volviendo loco, ¿sabes?!

—¿Qué quieres que te diga? —intenté que mi voz sonara lo más indiferente posible, pero la verdad me estaba muriendo—. Desde que te vi supe que me rechazarías, eres el gran ¡Matt Hutton!, el rompecorazones del Reino. Así que no te hagas tanto drama y rechazame de una vez.

Ta lvez soné demasiado frío, pero no podía dejarle ver mi verdadero estado. Seguro de lastima alargaría más esta tortura y la verdad quiero que este dolor pase ¡ya!

—¿Me estás hablando en serio? —Su rostro era indescriptible—. Pareciera que soy al único que le afecta esto,

—¿Quieres que llore? —Intentaba sonar lo más sarcástico posible—. ¿Quieres que me arrodille y te suplique que no me rechaces? —Me reí un poco pero después me puse serio—. Tal vez tu ego ¡enorme!de hombre lobo lo necesite, pero no soy una de las mocosas estúpidas con la que te acuestas por montones que están dispuestas a humillarse y a perder la dignidad por una cara bonita y un título importante. Así que déjate de estupideces y termina con esto de una buena vez.

Su rostro pasó de incertidumbre a enojo total.

—No puedo creer que me preocupara por ti —sentí una punzada en mi corazón.

—¿Desilusionado? —Le mostré una sonrisa sínica—. Pues que pena querido, pero yo no tengo la culpa que yo te tocara como mate en vez de una rubia tetona. Tal vez es el karma.

Vi como cerraba lo puños y pausaba su respiración.

—Aún no te rechazaré porque no tienes 18, además eso nos debilitaría a ambos y necesito mi energía al máximo en estos momentos. —Se sentó en el sillón nuevamente ahora más serio—. Esta es la casa del alfa de tu manada ¿se puede saber qué haces tú acá? —Su voz era de mando, ¡con que derecho si me va rechazar el idiota!

—¿Y se supone que te tengo que responder? —le dije irónico.

—¿Quieres que lo llame? —me responde.

—Está bien, está bien, relájate. Bueno, si lo quieres saber. Me acosté con el hermano menor del alfa y su madre nos descubrió. La vieja decrepita esa le pidió que me expulsara de la manada. Pero mi madre y yo habíamos salvado al hijo recién nacido del alfa, entonces, él, para saldar su deuda y también callarnos la boca para no contar que su hermano era gay, simuló que me expulsaba, para la tranquilidad de su madre. Me mandó aquí y no puedo volver hasta que la vieja muera —le solté sin delicadeza.

Su cara daba indicios de estar más enojado.

—¿Has estado con otros hombres? —pregunta indignado.

—¿De todo lo que te dije, eso es solo lo que escuchaste? —le repliqué más indignado.

—Ahora mismo vas a sacar tus cosas de esta casa, no quiero que te quedes ni un minuto más aquí —responde furioso.

—¿Perdón? —Me levante—. ¡Hola! ¡Despierta! ¿¡A dónde me voy a ir!?

—Te vienes a mi casa de soltero —dijo levantándose.

—¡Ah! ¡Por la diosa luna! ¡su casa de soltero! —Empecé a volverme loco y alzar la voz y hacer gestos con las manos—. Me olvidaba que es la gran beta del reino con su cuenta enorme en el banco, suficiente como para tener varias casas. Perdone usted pero no me muevo de aquí —dije muy firme.

Se acercó a mí rápidamente y me sujetó del cuello de mi camisa.

—No sé si lo entiendas, pero mientras no te rechace, me perteneces y tendrás hacer lo que yo te diga por la buenas o por las malas, tú eliges. —Me lanza al mueble—. Despídete de la casa que en 20 minutos vendrá un auto a recogerte. No te preocupes por tus cosas que mis criados las recogerán.

El idiota sale de la casa y yo rompo en llanto de dolor e impotencia. ¿Quién se cree? Su estúpido título y su riqueza no le da derecho a tratarme así. Tal vez no debí portarme tan indiferente, pero yo no quería que me viera afectado. Estoy seguro que ahora me tratará peor que preso, lo he visto antes cuando se avergüenzan de sus mates las encierran en sus casas. Y cuando me rechace, ¿qué hará conmigo? Oh no... lo más seguro es que se deshaga de mí. ¡Tengo que irme de aquí!

Me dirijo rápidamente a mi cuarto y meto a mi mochila viajera lo más importante, mi billetera, mis libros principales de hechicería, mis documentos (mis pasaportes entre otras cosas) y un juego de ropa. Al mirar afuera de la casa me doy cuenta que los oficiales del reino ya no están. Con otra ropa, gorro, lentes oscuros y mi mochila me subo a mi auto y arranco a toda velocidad hacia el aeropuerto del reino.

Cuando llego al aeropuerto compro un boleto hacia New York. Por un momento pensé en volver a Australia con mi madre, pero me acorde que estoy exiliado de la manada hasta que se muera la madre del alfa, además siempre quise visitar New York.

—En 10 minutos sale el vuelo —dice la señorita muy amablemente.

—Gracias —le respondo y me dirijo hacia los asientos para esperar.

Después de 10 minutos escucho como nos llaman a abordar el avión.

ALFA KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora