CAPÍTULO 6.- tercer fragmento

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✽✿✽



Haciéndome la dormida y acomodada en los brazos de José, puedo sentir la mirada asesina de Oliver mientras viajamos hacia una isla, donde está su reino. En un jet lujoso.

¿Por qué duermo acomodada en José?

Pues, porque a mi hermano no se le ocurrió mejor manera de molestar a Oliver, que viéndome cerca de otro hombre.



***



—Tú te vas haciendo la dormida poco a poco y cuando cierres los ojos, caes al hombro de José. Tú, José, que también te haras el dormido, al sentir el peso de Rosali le pasas el brazo por el hombro —dice mi hermano.

—Sí, claro, ¿y después cuando lleguemos al reino ese me decapitan? —dice José muy sarcástico.

—Exacto, dos pájaros de un tiro —responde Jeremy.

—¿Estás loco? —dice José.

— No te harán nada, ¡no te preocupes!

— ¿Por qué estás tan seguro?

—Porque soy un lobo blanco, según tus padres y el amigo raro de ese idiota, soy importante por eso —dice Jeremy no tan seguro.

— Si puedo opinar, creo que es muy tonto todo esto —digo refutandolo.

— No, no puedes opinar —me dice Jeremy y lo golpeo en el hombro.

— Creo que Rosali tiene razón —me apoya José.

—Tu eres mi beta tienes que hacerme caso en lo que te diga. Rosali ¿te quieres casar a los 16 años a la fuerza con un anciano por una conexión rara y vivir en una isla aislada de los demás? ¿Acaso quieres renunciar a tu sueño de ser una gran doctora? — me dice Jeremy viéndome directo a los ojos.

—¿No?

—Pues tienes que demostrarle desde el comienzo que no estás interesada en él. Menos mal que ustedes no han tenido mucho trato antes de saber quién es él en realidad —me dice Jeremy.

José me mira alzando una ceja y yo lo asesino con la mirada.

En ese momento estábamos esperando en el aeropuerto que Oliver, sus amigos y nuestros padres regresaran con los boletos de avión.

—Ya está el jet —dice Matt acercándose—. Los demás están abordo apúrense.

—¡¿Jet?! —decimos los tres a la vez.

—Sí —responde Oliver llegando.

—¿Nuestros padres? —pregunta Jeremy.

—Ya se subieron —responde Matt.

Empezamos a caminar.

José y yo empezamos a caminar más lento para poder hablar.

— Ni te atrevas a decirle a Jeremy todo lo que te conté que paso entre Oliver y yo —le susurro a José.

—¿Estás loca? Si Jeremy se entera que te acompañe a su casa me quema y me tira a un río —dice José haciendo muecas de horror.

Yo me rió fuerte, atrayendo la atención de los demás y pude ver la cara de Oliver cuando vio a José muy cerca de mí.

¡Auxilio!

—José, Rosali ¿Unas carreras hasta el Jet? —propone mi hermano.

Los tres empezamos a correr ignorando a los guardias.

Matt y Oliver gritaban que no podíamos correr en un aeropuerto.




***



Si Oliver pudiera tirar balas por los ojos, el pobre José tendría el cuerpo lleno de agujeros como un queso. No tengo los ojos abiertos, pero el odio de Oliver se siente a distancia. Hasta se me dan escalofríos en el cuerpo, se siente muy mal.

—¿Cuándo vamos a aterrizar? Maldita sea, si estoy un momento más en este avión los voy a quemar a todos. ¡Lo juro! —dice Alan furioso, "supuestamente" despertándome. Me di cuenta que José si estaba dormido y no podía zafarme de su agarre.

—¡Oye! —grita Oliver haciendo que José se despierte—. ¿No te das cuenta que la estas agarrando?

—¡Oye, tú¡ ,el único con autorización de gritarle a este inútil descerebrado soy yo —le responde Jeremy a Oliver.

—Cállense maldita sea, que me ponen más nervioso —dice Alan muy sujetado de su asiento.

—¿Cómo es posible que le tengas miedo a los vuelos? —le digo riéndome.

—Ay lunita querida, —me devuelve la sonrisa— estoy a punto de asfixiarte. ¿Puedes dejar de sacar tanta mierda por la boca? —dice poniéndose serio y dándome mucho miedo.

—¡Oh por dios! —dice Jeremy mirando por la ventana.

Al acercarnos José y yo pudimos ver una tormenta con truenos, todo muy cerca de nosotros.

—¡Vamos a morir! —grito— ¡Todavía no he ganado el premio nobel en medicina por conseguir la cura del cáncer!

— Satanás o diosa luna, quien sea, ¡denme fuerzas de voluntad para no lanzarla del avión! —dice Alan causando las risas de todos.

—Es una fachada para que otros aviones se desvíen, aunque, igual el campo de fuerza invisible los quemaría —dice Jaime.

—Ah —digo algo avergonzada.

Y tenían razón, después de unos minutos de pasar por la tormenta falsa, se veían los rayos de luz y pude sentir como empezábamos a descender.

ALFA KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora