CAPÍTULO FINAL .- Segunda parte

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Miraba a su madre quitarse la piel de plástico que se ponía los días que tenia que salir de casa. Como dé a pocos se quitaba la peluca que ocultaba sus castaños cabellos y las lentillas que cambiaban su color de ojos.

—No entiendo mamá —la niña dejó un momento sus muñecas de lado.

Su madre dejó de intentar quitarse el pegamento de su piel falta sobre sus cicatrices.

—¿Qué pasó amor?

—Dijiste que dejamos casa porque estaríamos en un lugar más seguro —la niña miró el suelo—. Porque papá nació aquí.

—Si cariño —su madre acarició su cabeza—. Recuerdo decir eso.

—Entonces..., entonces porque aun tienes que ponerte disfraces y mentir con tu nombre...

—Porque a la gente se asustaría con mi rostro —su madre tomó de sus hombros suavemente—. Además, aunque el hermano de tu padre, accedió aceptarnos aquí, todavía el rey nos quiere matar.

—¿Por qué el rey es un hombre tan malo? —habló la niña en su inocencia—. ¿Por qué lo dejan ser rey?

—La vida es injusta mi niña hermosa —beso su frente—. Pero un día, tú viajarás al reino y recuperarás lo nuestro ¿verdad?

La niña sonrió.

—Lo prometo mamá —suspiro—. Pero no me hagas juntarme más con Auguste , ya sé que es mi primo , pero él me odia , siempre me dice fill stupide y no sé qué significa eso.

Su madre se rió.

—Ya tu padre nos enseñara francés, no te preocupes —la miro con esperanza—. Pero tienes que hacerte amiga de Auguste, él será en el futuro un alfa y si te ganas su confianza y cariño, te podría proteger.

—¿Eso no sería mentirle?

—Eso hija mía, es cuidar de ti misma.




***



—Son unos enfermos —Oliver gruñía mientras sacaba los zapatos del pequeño pie de su hijo que había sucumbido al sueño—. Mira que hacerlo en medio del jardín.

—Estaban lejos —Rosali acomodo el pequeño Bael a lado de su hermana—. Además, no es nuestro problema.

—Es mi problema cuando lo hacen en medio de mi jardín —Oliver empezó a intentar limpiar el rostro lleno de chocolate de Theo—. ¿De dónde sacaron tanto chocolate?

—No tengo la menor idea —suspira Rosali—. No sé cómo pueden entrar tantos dulces en esos cuerpecitos.

—Son lindos cuando duermen —Oliver acarició el rostro de su hijo—. Quisiera que se quedaran así para siempre.

Rosali lo golpeó en la cabeza.

—Me refiero a que nunca crezcan —gruñe—. Que se queden de esa edad.

—Todavía falta mucho para que dejen de ser niños —Rosali quedó enternecida al ver el rostro de Oliver mirando a su hijo—. Además que, probablemente morirás de un infarto si ellos se quedaran como niños.

—Quisiera poder darle otra opción a Liam —Oliver miró a su esposa—. Ser rey es demasiado trabajo.

—Cuando te conocí, era lo que más deseabas en la vida.

ALFA KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora