CAPÍTULO 20.-tercer fragmento

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Dánae respiraba agitadamente, normalmente hablar de la muerte no le causaba ninguna alteración, pero hablar de que su padre estaba muerto le causaba pavor. Una parte de ella lo sabía de qué a estas alturas es lo más probable de que sea cierto, pero la otra parte se negaba en aceptar que el único ser en este mundo que ella amaba ya no estaba.

—¿Te encuentras bien?—Jaime la había seguido afuera de la casa—. Lo siento, Alan nunca mide sus palabras.

—Si ya me di cuenta—le respondió hostil.

Dánae empezó a observar la zona y se dio cuento de que estaban cerca de un gran parque—típico de lobos—. Pensó, sabía que ellos les gustaba estar cerca de vegetación.

—Podemos caminar un momento en el parque, eso hará que tengas un menor flujo de sangre en tu corteza prefrontal subgenual.

Dánae lo miró como si él fuera un extraterrestre

—Es la parte del cerebro encargada de manejar los pensamientos repetitivos o las emociones negativas—le explico al ver su rostro desconcertado.

—Está bien—atinó a decir ella aparentando haber entendido algo de lo que dijo

Caminaron varios minutos en silencio, ella pensando en su padre y él practicando diálogos que en su mente para empezar una charla con ella.

—¿Cuántos años tienes? — le preguntó Jaime.

—20—lo miro— ¿y tú?.

—27.

— ¿27? ,Aparentas menos— dijo observando con detenimiento.

—Los hombres lobos no envejecemos si no encontramos a nuestras parejas, se supone que debí encontrarte hace 9 años— patio una piedra del camino, evitándola mirada de ella.

—¿Así que me esperas hace 9 años? Eso suena muy romántico.

—¿Enserio? —dijo pensándolo—. Pues para mi me parece una forma de tortura que algo romántico.

—¿A qué te dedicas? — le preguntó ella intentando cambiar el tema, que empezaba a incomodarla.

—Soy parte del escuadrón del príncipe.

—¿Cómo una escolta que lo cuida?

—Pero la cuestión es algo más que cuidarlo, lo ayudamos a gobernar.

—Eso suena importante—le sonrió.

—Si lo es— se armó de valor para mirarla

—¿Qué esperas de mí? — ella dejó de caminar y lo miró directo a los ojos.

—No lo sé.

—¿No lo sabes? —ella cada vez estaba más desconcertada.

—Aunque no sientes una conexión como yo, sé que te atraigo ...

—¿Perdón? — le interrumpió dudando haber escuchado bien.

—Puedo escuchar como tu corazón se altera cuando estoy cerca de ti como ahora— él se acercó a ella —y que tus pupilas se dilatan cuando me ves, pero no eres una simple humana, eres cazadora y eso complica nuestra situación.

—¿Nuestra situación?

—Además no sé si tienes novio o eres una promiscua preparada—dijo él en un tono melancólico.

ALFA KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora