Hablemos de negocios

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El día de test para Carlos fue bastante bien. Se sentía muy a gusto en el coche y eso se notaba en la pista.

David y él estuvieron trabajando todo el día, por lo que no pude proponerle lo de las fotos para la nueva colección. No pude y tampoco fui capaz. Había algo en mí que no me permitía hablar con él. Me sentía mejor manteniendo las distancias.

Así que después de comer me fui a la habitación a descansar un poco, poner al día mis redes sociales y redactar un nuevo post para el Blog.

Me senté delante del portátil con intención de escribir...pero no me concentraba. ¡Maldito niño! No me podía quitar sus palabras de la cabeza... Que me pongo nerviosa cuando me mira... ¿Qué se habrá creído? ¿Yo nerviosa? Él es el que babea cuando me ve. Lo que tiene que hacer es controlar sus hormonas y respetarme. ¡Estaría bueno que un niño de 22 años me intimidase a mí a estas alturas! ¡A mi edad...! Ni que cuando me mirase con esos ojos marrones penetrantes me temblaran las piernas... Pues sí, sí que me temblaban...

¿A quién quieres engañar Virginia? Negué con la cabeza y me tapé la cara con las manos. Dios mío... ¿qué me estaba pasando? Es que pienso en sus ojos y me tiembla el pulso. Pienso en sus labios y me cuesta hasta respirar. Recuerdo su susurro en el ascensor y el mismo escalofrío que sentí cuando me lo dijo, se repite en mi cuerpo. Amo a mi marido, amo a mi marido... me repetí varias veces como si se tratara de un mantra. Sí, es cierto, lo amo, mas que a nada... pero lo de Carlos no es amor. No, no lo es... es deseo. Sí, eso es... Despierta en mí algo que hacía tiempo que no sentía. Me pone nerviosa. Tenía razón el muy cab... Cuando lo veo siento un pellizco que va desde el estómago hasta la parte mas baja de mi vientre. Y me gusta que me mire... Es más, deseo que me mire. Me siento mujer cuando lo hace. Y no es que mi marido no lo haga... me mira con el mismo deseo que hace años. Pero es algo tan conocido por mí y por mi cuerpo, que no me sorprende. Pero ésto... ésto es tan nuevo para mí... Me siento como una adolescente que empieza a despertar en ella el deseo sexual. Es eso... Sólo sexo. Y no he de sentirme mal por ello. Seguro que mi marido ve a otras chicas y se imagina echando un polvo con ellas. No pasa nada... Es algo normal, el cuerpo humano está hecho de esa naturaleza. El sentir deseo por alguien que no es tu pareja no es infidelidad. Además es algo que nunca se va a llevar a cabo. Sólo está en mi mente. Venga Virginia, respira hondo...

- ¿Qué te pasa Virgi? ¿Estás bien? - David entró en la habitación justo cuando estaba haciendo mis respiraciones. Estaba tan metida en mis pensamientos que ni me percaté de su presencia. Ni siquiera había escuchado el sonido de la puerta.

- Eh... esto... sí, sí... estoy bien. Simplemente que me he agobiado un poco con el blog y necesitaba relajarme. - Mentí. Y tanto que mentí.

- ¿Seguro? ¿No hay nada más? - David me miró extrañado.

- Seguro cariño. Ya sabes como soy... me exijo mucho en todo. ¿Habéis acabado pronto hoy no? - le cambié de tema.

- Pues sí. Es una pasada trabajar con Carlos. Va a llegar muy lejos. Trabajador, tenaz, constante... ha seguido uno a uno mis pasos sin quejarse. Una maravilla de chico... La verdad que tenía una idea equivocada de él. - dijo sentándose en la cama para quitarse las zapatillas.

- ¿Y eso?

- Ya lo sabes Virgi... no me gusta como te mira. Pero creo que me precipité al juzgarlo. Es joven, es normal que mire a las chicas guapas como tú. - me sonrió mientras se daba en la nuca, se le notaba cansado. - Pero es un chico muy maduro para su edad. Se involucra mucho en su trabajo. Y le apasiona tanto como a mí.

- Os llevaréis bien entonces...

- Claro que sí. Oye... le he comentado que querías hablar con él. Me ha dicho el número de su habitación. Por qué no vas un momento y le expones tu idea. Mañana tenía una entrevista y la han anulado. Podrías aprovechar para hacerle las fotos del blog.

La Boca Del LoboWhere stories live. Discover now