Latidos fingidos

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Frente al armario me hacía la pregunta que millones de mujeres se hacen millones de veces a lo largo de su vida: ¿qué me pongo?

- Joder Virgi, que hemos quedado con Carlos en la entrada del Paddock a las diez... Y tu sabes que con la muleta ando muy lento.

- Es que no sé que ponerme... - le dije de morros.

- Virgi, te has traído medio armario de casa... por favor.

- Es que no sé... ¿hace frío? Es que después allí en el circuito como dé el Sol nos asamos de calor...

- ¿Sabes? Voy a tomarme un café abajo. Nos vemos en la recepción, dame un toque cuando estés lista.

- Vale...

Y ese temido día había llegado. Allí estábamos, en un hotel de Barcelona preparándonos para ir al circuito de Montmeló donde se celebrarían los tests de Invierno. Y estaba aterrada. ¿Cómo reaccionaría al verme de nuevo? ¿y yo a él? ¿podré controlarme? ¿se me notará algo?

Se me pasó por la cabeza decir que me encontraba mal y quedarme en la habitación. Pero eso es de cobardes. Y tampoco solucionaría nada. Tengo que echarle valor. Tengo que ser firme en mis pensamientos. Yo misma lo animé a que diera ese paso con Tabatha. ¿A qué vienen ahora estos miedos e inseguridades?

Respiré hondo, cerré los ojos, contuve el aire en mis pulmones y al soltarlo poco a poco abrí los ojos de nuevo. Allá vamos Virginia. Tú puedes. Con todo y más.

Al final me decidí por un jersey gris de punto que me quedaba bastante largo y me lo ponía como vestido. En el bajo tenía un encaje tipo lencero en negro que le daba un toque muy sexy. Me coloqué mis mosqueteras planas negras y mi perfecto del mismo color. Volví a arreglarme un poco el pelo y retoqué mis labios.

Me encontré a David en la recepción leyendo un periódico.

- Si estás guapa con lo que te pongas... y lo sabes - dijo señalándome con el dedo, haciendo referencia al famoso meme de Julio Iglesias.

- Estás loco...

- Por ti. Y lo sabes también. - dijo guiñándome un ojo.

Pedimos un taxi al recepcionista para que nos dejara en el circuito. Let's go!

- ¡Hombre! Estaba a punto de llamarte. - dijo el Sr. Sainz al vernos llegar mientras señalaba con el dedo el reloj de su muñeca.

- ¡Mujeres! Ya sabes como son con la ropa - dijo David mientras le ayudaba a bajar del taxi.

- Ven aquí - dijo un Carlos extendiendo sus brazos claramente emocionado al ver a mi marido de pie. Ambos se fundieron en un gran abrazo. Un abrazo de esos muy masculinos que intentan disimular sentimientos dándose palmadas sonoras en la espalda, porque claro, son muy hombres para eso... - ¡Qué bien te veo David! - dijo retirándose pero sin soltar sus hombros.

- Gracias... Estoy muy bien, la verdad. No me puedo quejar después de todo. - dijo mi marido conteniendo la emoción.

- Virginia - dijo dirigiéndose a mí - Estás guapísima - y también me abrazó, pero esta vez con mas delicadeza - Muy, muy guapa.

- Gracias Carlos.

- En serio te lo digo... Y has ganado peso, pero para bien... no te lo tomes a mal, que las mujeres sois muy delicadas con estos temas.

- No, no te preocupes. Adelgacé mucho mientras estuvimos en el hospital. Ya puedo decir que estoy en mi peso de nuevo, incluso un poco más diría yo.

- Pues estás preciosa, se te ve feliz también.

- ¡Ey! ¡Ey! Que el que estuvo en coma fui yo ¿vale? - dijo David medio en broma, medio en serio.

La Boca Del LoboWhere stories live. Discover now