Lejos

1.1K 70 7
                                    

La habitación era minúscula. El espacio justo para dos camas, una mesita de noche en medio y un armario. ¡Un armario! ¿Dónde meto toda mi ropa? Dejé la maleta sobre la que sería mi cama y la abrí. Eché un vistazo a la ropa de Tabatha y ocupaba todo el armario, y no es que ella trajera mucha ropa, todo lo contrario, es que el armario parecía el de una casita de muñecas.

- Voy a tener que dejar la ropa en la maleta... - dije para mí.

- Puedo dejarte una balda. - dijo Tabatha al entrar.

- En una balda solo entran mis biquinis.

- Ah, ¿pero usas biquinis? Pensé que prescindías de ellos...

- Solo de la parte de arriba, Tabatha. - ya me estaba sacando de mis casillas la niñata ésta.

- Virginia, mi armario es mas grande y lo tengo prácticamente vacío, puedes usarlo si quieres. - Carlos entró en ese momento en la habitación a salvarme, como siempre hace.

- Me vendría bien. Dejo aquí el pijama y la ropa interior. - dije mientras lo sacaba de la maleta y lo dejaba sobre la cama.

Por la cara de Tabi, parece ser que no le sentó muy bien.

Acompañé a Carlos hasta su cuarto y comencé a guardar mi ropa. Carlos me miraba desde la cama.

- Que desastre de semana Virginia... - dijo pensativo.

- No han salido las cosas como esperábamos, la verdad.

- Yo quería estar sólo contigo.

- Y yo también... va a ser muy larga Carlitos.

- Los chicos no me preocupan. Tabi es el problema.

- ¿Por qué? - dije sentándome a su lado y aún sabiendo lo que pensaba, quería oírlo de su boca. De su preciosa boca.

- Ya sabes lo que Tabi siente por mí... y no quiero hacerle daño.

- ¿Y tú que sientes por ella?

- Virginia - dijo abriendo mucho los ojos - ¿cómo me puedes preguntar eso? ¿Acaso no he dejado claro de quién estoy enamorado?

- No es eso Carlos... veo que te preocupas mucho por ella y la defiendes.

- Es mi amiga y la quiero como tal.

- Pues por culpa de tu amiga vamos a dormir separados...

- No me lo recuerdes. - se llevó la mano al pelo y se lo revolvió

- ¡Chiliiiiiiiiiii! A las 8 nos espera Jaime en el barco - Gustavo abrió la puerta sin ni siquiera llamar. En esta casa la intimidad es mínima.

- Vale. - dijo Carlos con desgana.

A las 8 en punto ya estábamos todos en el puerto. Algunos con más ánimos que otros. La cara de Carlos, Tabi y la mía era de alegría total... Ironicamente hablando. Cualquiera diría que estamos de vacaciones en Formentera.

Jaime era un chico alto, de pelo castaño y ojazos verdes. Tendría unos 35 o 36 años. Era dueño de un precioso barco que lo alquilaba a los guiris para hacer rutas por la Isla. O para ver el atardecer desde alguna cala, cómo nosotros.

Todos fueron cruzando la pequeña pasarela para entrar en el barco. Yo me quedé un poco paralizada, ya que me daba un poco de miedo cruzar en ese espacio tan pequeño. Pero Jaime, muy amablemente, se ofreció a darme la mano y acompañarme, gesto que despertó los celos de Carlos y de Tabatha. Él no miró a Jaime con muy buenos ojos y ella me miró de la misma forma.  Algo que me resultaba muy curioso. Creo que al ser la única chica del grupo, todas las atenciones eran para ella. Y ahora, al estar yo, tendría que repartirlas o incluso olvidarse de ellas. Estos chicos eran hormonas con patas y les atraía lo nuevo. O la nueva. Que soy yo.

La Boca Del LoboKde žijí příběhy. Začni objevovat