Virginia, 32 años. Segura de sí misma, independiente e inteligente. Posee su propia tienda de moda y un blog donde cada día comparte sus outfits, siendo uno de lo mas exitosos de la red. Casada desde hace dos con David, 35 años. Un ingeniero del aut...
- He reservado mesa en la terraza del Hotel EME. Te van a encantar las vistas. - le dije a Carlos cuando bajamos de las Setas.
Caminábamos despacio por las calles de Sevilla. Había gente, pero no tanta como por la mañana. Se notaba que era Domingo y al día siguiente tocaba trabajar.
- ¿Qué te está pareciendo? -le pregunté con curiosidad.
- Me encanta todo.
- ¿En serio?
- Claro que sí. Es diferente a Madrid.
- Muy diferente... ¿te imaginas viviendo aquí?
- ¿Contigo? - dijo mirándome de reojo.
- ¿Conmigo? No gracias... que te cuide tu madre. Yo quiero un bebé de verdad, no uno de 22 años.
- Simpática... - dijo irónico.
Llegamos al hotel y enseguida nos acompañaron a nuestra mesa. Las vistas no podían ser mas impresionantes. La Giralda de fondo iluminada con esa luz tenue que la hace aún más bonita de lo que es.
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Pedimos vino y los entrantes. Apenas hablábamos, solo admirábamos las vistas.
- Virginia... - dijo Carlos sin apartar la mirada de La Giralda.
- Dime - dije después de dar un sorbo de mi copa.
- Ahora viene un mes muy intenso. Hay carreras casi todos los fines de semana. A penas vamos a poder vernos.
- Lo sé... - miedo me da, algo está planeando.
- Luego viene el parón, casi un mes de descanso. ¿Por qué no nos vamos?
- ¿Nos vamos? ¿a dónde? - no pude evitar sonreírle.
- El sitio es lo de menos. Solos tu y yo. Como en Ibiza. Eso es lo que importa.
- Suena genial Carlos, pero no sé...
- Virginia, ahora eres libre ¿no? Aceptaste a venirte conmigo a escondidas de David, y ahora que puedes hacerlo, ¿te lo piensas?
Maldito niño que tiene razón siempre que abre esa boca, que, por cierto, me la comería ahora, aquí mismo, delante de todos éstos pijos.
- ¿Y dónde me vas a llevar?
Sonrió de forma traviesa. Ya me estaba empezando a poner nerviosa.
- Ya lo sabrás...
- Ah no... yo quiero saberlo.
- De eso nada. Te voy a sorprender.
- No Carlos, necesito saberlo para poder hacer la maleta.
- Tu echa de todo, total, siempre lo haces.
- Idiota.
- Pija.
- ¿Pija yo? De eso nada guapo. No me vayas a comparar con las niñas ésas que llevas a tu casa.
