Virginia, 32 años. Segura de sí misma, independiente e inteligente. Posee su propia tienda de moda y un blog donde cada día comparte sus outfits, siendo uno de lo mas exitosos de la red. Casada desde hace dos con David, 35 años. Un ingeniero del aut...
En el silencio de la noche solo se escuchaba el sonido de nuestros besos, nuestros susurros y gemidos que llenaban toda la habitación. Cuando estaba con él me olvidaba de todo. No existían los problemas. Me creaba mi propia película, donde él y yo éramos los protagonistas. Y siempre tenía final feliz, o en la cama, que para el caso es lo mismo.
Escuché ruido fuera, seguro que era Elena que venía de su cita. Me puse la camiseta y salí a recibirla y avisarla de que no estaba sola.
- Hola gordi - le dije cerrando la puerta de la habitación tras de mí. - ¿Qué hora es?
- Las 4 de la mañana...
- ¿Las 4 de la mañana? - Madre mía... llevo unas cuatro horas con Carlos en la cama y no durmiendo precisamente... ¿Cómo te ha ido?
- Bastante bien - dijo sonriendo mientras se quitaba las sandalias - Muy bien.
- Me alegro... Me tienes que contar... Oye... que no estoy sola ¿vale?
- Lo sé. Está ahí contigo ¿verdad?
- Sí...
- Ni se lo pensó cuando se lo dije.
- Es un amor...
- Si ya... un amor. - dijo riéndose.
- Bueno, vuelvo a la cama. Hasta mañana Elena.
- Virgi... no seáis muy escandalosos... quiero dormir... y a parte me da vergüenza escuchar a mi hermana mayor ahí dale que te pego....
- Tranquila que no creo que podamos más... yo al menos ya no puedo. Descansa.
Elena se fue a su habitación y yo entré en la que era la mía en casa de mi hermana.
Cerré con cuidado y al girarme me encuentro a Carlos sentado en la cama, apoyado en el cabecero y con su camiseta en la cabeza:
- Abuelita, abuelita... ¡Qué ojos tan grandes tienes! - dijo poniendo una voz aguda de niña, que debido a su tono grave quedaba de lo más ridícula.
- ¡Estás loco Carlitos! - le dije sin parar de reír, pero intentando no ser muy ruidosa.
- Abuelita, abuelita... ¡que boca taaaan grande tienes!... - siguió con la broma ¡Las ganas de guasa que tenía a las 4 de la mañana!
- Cállate ya... - la dije sentándome sobre él y entrelazando nuestras manos.
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- Tu tienes que decir: "Es para comertela mejor" - está vez puso una voz grave...
- Sí claro... eso es lo que tu quisieras lobo - le quité la camiseta de la cabeza, le di con ella en la cara y la dejé a un lado.
