La Boca Del Lobo

Será inevitable

V: Cariño ¿Cómo estás?

D: Bien mi vida ¿y tú? ¿Qué tal por la tienda?

Hacia casi diez días que David estaba en Faenza. Ultimaba detalles con el equipo ya que en breve viajaríamos a Australia donde se disputaría el primer GP de la temporada. Hablabamos por teléfono a diario y siempre que podíamos nos escribíamos por whatsapp, como hacíamos en esta ocasión.

V: Bien también... ya tengo casi todo listo para comenzar con la colección de chico.

D: ¿Terminaste el post con las fotos de Carlos?

Carlos... mentiría si diría que no me había acordado de él  en todos estos días. Vi algunas fotos que puso en su Twitter entrenando con la bici o en el simulador. Se le veía concentrado en la nueva temporada.

V: Sí... tengo que mandarles las fotos a Carlos para que me de el visto bueno. ¿Te las mando y tu se las enseñas? Y ya que él  te diga que le parecen.

D: No lo veo bien Virgi. Prefiero darte su teléfono y tu se las mandas directamente. Esto es algo tuyo y no quiero estar en medio.

Ains... David. Si precisamente porque estás en medio no pasó nada.

V: Vale, pásame su email y yo se las mando.

D: Su email no lo tengo. Te mando ahora un adjunto con su teléfono y ya hablas con él.  Ahora estará descansando.  No tiene simulador hasta la tarde.

V: Vale...

D: te dejo que tengo cosas que hacer preciosa. Hablamos a la noche. Te quiero.

V: Yo también te quiero. Hasta luego.

Recibí el whatsapp con el número de Carlos y lo agregué a mi agenda.

Lo primero que hice fue mirar su foto de perfil.

¡Que mono por favor! Pensé tumbada en mi cama mirando la foto. Por un momento volví a mis quince años, a sentir las hormonas revueltas y suspirar por un chico con tan sólo ver una foto suya.

Entonces se me ocurrió una idea. Lo primero que hice fue cambiar mi foto de perfil. Tenía una con David de nuestras últimas vacaciones en Bali.