¡¡¿Qué?!!

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Giraba lentamente la cuchara dentro de mi taza de café. Con la mirada perdida, veía como el líquido oscuro formaba remolinos sobre sí mismo. Sobre la barra de la cocina, donde me encontraba sentada, tostadas, mermeladas, mantequilla, un delicioso bizcocho hecho por mi vecina... Pero nada me apetecía. Ni siquiera el café. Mis pensamientos estaban en él. En Barcelona. En sus besos, sus caricias, sus te amos... En él, sólo en él. 

Era difícil asimilar que lo nuestro se acabó. Pensé que sería una persona fuerte, que podría soportarlo, pero no era así. 

Desde aquel día en el circuito no volví a recibir ningún mensaje suyo, ninguna llamada... Ya casi habían pasado dos semanas y me parecían años. Nuestra historia estaba como lejana... Cómo si no hubiera sido protagonista de la misma, cómo si le hubiera ocurrido a otros.

Sin embargo, lo echaba inmensamente de menos. Era cómo si me hubiera desprendido de una parte de mí. Una parte vital, necesaria para vivir.

Estos días no era persona. David no paraba de preguntarme que me ocurría, pero no sabía darle una respuesta. Le decía que era el tiempo, las preocupaciones con la tienda, recuerdos de su accidente... Cada día le ponía una nueva excusa y él simplemente la aceptaba con su silencio, sin querer insistirme más.

- ¡Buenos días mi amor! - dijo apareciendo por la puerta de la cocina. Hoy estaba de muy buen ánimo, mucho más del que me tiene acostumbrada desde que salió del hospital.

- Buenos días cariño.

Tras besar mi mejilla se sentó a mi lado en la barra y se cortó un buen trozo de bizcocho.

- La señora Mercedes pretende engordarme para estas Navidades. Seguro que me quiere cocinar como si fuera un pavo. - y se llevó el trozo a la boca.

No le contesté, sólo le sonreí y me tomé el café, que ya estaba frío de darle tantas vueltas. 

- ¿Estás bien Virgi?

- Sí, sí... 

- ¿Nerviosa?

- Un poco, no te voy a mentir.

- Será un momento, luego si quieres podemos ir de compras. ¿No te gustaron unos zapatos en El Corte Inglés? Vamos y te los compras.

- ¿Me intentas convencer con unos zapatos? ¿Me estás chantajeando? 

- Es para que te animes mujer... - dijo sonriendo.

- No es agradable abrirse de piernas ante un extraño ¿sabes?

- Me lo imagino - y fingió un escalofrío.

Esa mañana teníamos cita con el ginecólogo. David se empeñó en que me hiciera una revisión antes de ponernos manos a la obra con la búsqueda del bebé, ya que a la última no pudo acompañarme. 

Y, sinceramente, no me apetecía. No estaba de ánimo para ello. Hace un año estaría como loca, con muchas ganas de cumplir mi sueño de ser madre... Pero ahora simplemente sentía que no era el momento. Mi cuerpo y mi mente no estaban al cien por cien. Necesitaba tiempo. Olvidarme de él para poder avanzar. 

Mientras conducía camino a la clínica, no intercambié ninguna palabra con mi marido, a pesar de que él intentaba darme conversación para distraer mi mente un poco.

Cuando por fin encontré aparcamiento, David se atrevió a sacar el tema.

- Virgi... Sé que nos enfrentamos a una nueva etapa en nuestras vidas. Pero esta vez vamos a ser positivos y todo va a salir bien. Nos lo merecemos, ¿no crees? Hemos pasado por mucho y ya es hora de que las cosas nos salgan derechas... Y así va a ser.

La Boca Del LoboWhere stories live. Discover now