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—¡No!— alcé la voz con cierto nerviosismo, mientras James no paraba de reír, a la vez que subía los escalones. —No son rojos.

Bueno, si lo son, pero eso nadie tiene que saberlo.

Entonces...—Terminó de subir los escalones, y se paró a unos pasos de mi. —Hoy sí te ves bien, eh.

Mis mejillas comenzaron a arder, y bajé la vista ligeramente, antes de obligarme a recomponerme.

—Ah, ¿hoy sí?
Alcé una ceja intrigada. O sea, ¿los otros días parezco aborto de mono o qué?

—No, quiero decir... O sea, bueno, tu me entendiste.

Empecé a carcajear cuando noté que se estaba poniendo nervioso, y negué con la cabeza.

De pronto sentí algo chocar contra mi hombro, y me detuve por completo de reír. Me había lanzado su suéter.

—Ahí lo tienes.
Sonrió y enarcó una ceja, esperando la reacción de mi parte.

Sonreí como una boba.
—Eh, gracias.

—Te advierto que huele a perro muerto, ¿eh?

—Bueno, acepto las consecuencias.
Reí.

James me miró fijamente por unos largos segundos, hasta que tapé mi rostro avergonzada.

—Ya, no me veas, ¿qué tengo?

James negó con la cabeza, y habló:
—Nada, sólo que tu cara está chistosa.

¿Es que acaso nunca le enseñaron a este hombre a decir buenos halagos? Ya no sé si lo que me dice es un cumplido o una burla.

Manual: Conquistando a mi Crush {EDITADO}Where stories live. Discover now