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—¡April ya levántate!
Maya soltó un grito que estaba segura que los mismísimos vecinos de una cuadra la habían escuchado.

Solté un sinfín de maldiciones y tiré una patada al aire, para que me regresara mi manta.

—Cinco minutos más, te lo suplico.
Me puse una almohada sobre la cabeza, la noche pasada había sido increíble, de verdad, después del mojito ya había parado de beber, sin embargo la diversión comenzó a partir de ahí, había bailado el resto de la noche, tanto que mis pies dolían como el infierno, pero me sentía condenadamente feliz.

Maya me robó la almohada que disminuía sus gritos y volvió a hablar.
—Despierta ya, es casi medio día.

—Ay, joder ¿estás de broma?
Me voltee enseguida para mirarla.

—No, es verdad. —Maya abrió las cortinas y me sentí de inmediato como un vampiro. —¿Ya lo ves?

Santas vacas, la mejor noche que había tenido en meses y ahora de regreso a la realidad.

Mañana vendría lo difícil, estaba segura de ello, mañana comenzarían las clases de nuevo y tendría que verlo, tendría que recoger los pedazos de mi corazón y levantar la cabeza, fingiendo que nada pasaba, que todo estaría bien, aunque estaba segura de que sólo se avecinaban peores tiempos, y peores depresiones.

—¿Vemos una película?
Sonrió Maya, y enarcó una ceja.

—Depende, ¿cuál quieres ver?

—El diario de una pasión.
Sonrió alegre.

—Ni loca, —mascullé. —¡No quiero nada de cursilerías cerca de mi!

Maya comenzó a carcajear y me tiró una almohada a la cabeza.
—¡Pero sí tu amas esa película!

Puse los ojos en blanco.
—¡Pero odio el amor!

—April cierra la boca, y ponte de pie, vamos.

Negué con la cabeza.

—»Bueno, entonces no vas a probar la malteada que hizo papá, ni tampoco te daré nutella.

Abrí los ojos como platillos y me puse de pie enseguida, tirándole una almohada. —Pero que conste que veremos una película de zombies, una en dónde haya mucha sangre y muertes.

Maya fue detrás de mi, mientras bajábamos las escaleras. —Como tu digas, dramática.

{...}

Estaba a tiempo justo, caminaba hacia la escuela, y los nervios me tenían casi temblando.

Por favor Diosito, por favor, no lo quiero ver, haz que cambie de cara o algo, pero por favor, no quiero verlo hoy.

Crucé la calle para entrar a la escuela, cuando de pronto unas manos se posaron en mis ojos, impidiéndome ver cualquier cosa a mi alrededor, así que me detuve justo en la entrada.

—¿Quién soy?
Una voz familiar se escuchó detrás de mi.

—Uhm, no sé, creo que algunos te llaman el tonto de Matt.

Matt soltó una risotada y me quitó las manos de encima, se puso frente a mi.

—¿Cómo estás?
Preguntó sonriendo como si hoy fuera el día más feliz de su vida.

—Bien, algo desvelada pero bien, ¿y tu?

Matt llevó un brazo sobre mis hombros y los estudiantes del turno anterior ya estaban comenzando a salir, lo cual me ponía los pelos de punta, puesto que James aparecería en cualquier segundo.

—Estoy bien. —murmuró él, desprendiendo felicidad de sus poros. —Oye, ¿tu conoces a un James Nichols?

Mi corazón se paralizó.

—Sí, ¿por qué?
Pregunté asustada de la respuesta.

—Porque ayer que te publiqué una foto de la fiesta él le dio me gusta, se me hizo un poco raro porque no estaba en mis amigos.

Asentí con la cabeza y preferí cambiar de tema. —¿Ya estudiaste para la obra?

Matt negó con la cabeza, divertido.
—No, aún no. Por cierto, ya te vi con ese tal Hunter.

Por alguna razón una sonrisa se puso en mis labios, sin siquiera prevenirla.
—Estás loco.

—Vi como se miran April, cuéntame ¿te gusta?

Solté una risa divertida.
—Uy si, me encanta, me fascina, me quiero casar con él.

Matt sonrió y me frenó ahí.
—Ya, entiendo, entonces no te gusta.

Me encogí de hombros con desdén, me parecía muy guapo en realidad, y era de esa clase de belleza extraña pero hermosa, pero por una maldición del destino yo sólo tenía ojos para alguien.

—Mejor ya me voy, que se me hace tarde.
Me despedí brevemente de él con un beso en la mejilla, y justo cuando di media vuelta me topé frente a frente con James. Él sonreía de oreja a oreja hasta que notó mi presencia, su semblante cambió enseguida y me percaté de que su mandíbula se tensó mientras sus ojos examinaban cada centímetro de mi rostro.

Continué con mi camino, levantando la cabeza y actuando como si no lo conociera, a pesar de que mi corazón latía a mil por hora.

Joder, esto sería más difícil de lo que imaginé. ¿Cómo soportaría verlo cada día hasta el fin de curso, o sea, dos meses más?

Además su cumpleaños era en un par de días, y esa idea me estaba torturando. Por más tonto que eso sonara.

Manual: Conquistando a mi Crush {EDITADO}Where stories live. Discover now