La hija de mi sirvienta

Clases extras

Narra Dorian

Había pasado una semana luego de haber hablado con el director Williams, y al parecer la mocosa no había vuelto a causar problemas, a duras penas la había visto a la hora de la cena al compartir la mesa, sonreí al recordar lo abatida que se veía estos últimos dias, además de que tenía unas enormes ojeras. Por otra parte, el asunto de Sara parecía mejorar, ya hasta estaba siendo medicada por el último especialista que la había tratado, el cuál no me había dado muchas esperanzas pero tampoco me las había quitado, a diferencia del anterior galeno que consultamos.

Hoy me encontraría con uno de mis mejores amigos de la infancia. A Luke, no lo había visto desde el bachillerato, ya que debido a mis constantes viajes y ocupaciones, el verlo se me había hecho imposible, pero a pasar de eso nunca perdimos el contacto.

Deseaba pasar totalmente desapercibido durante el tiempo que permaneciera aquí, ni siquiera mis más fieles amantes sabían que yo me encontraba en la casa donde viví la gran parte de mi infancia y pubertad, ese aspecto personal de mi vida nadie conocía y deseaba que permanecía así, me sentía en paz lejos de aquél circo mediático que montaba la prensa sobre mi, lastimosamente sabía que aquello no duraría mucho tiempo.

Narra Sofía

Sonó el timbre indicando la finalizacion de clases, y mientras todos mis compañeros se mostraban alegres, yo por el contrario me sentía cansada.

---Usted Señorita Sanders, se queda por favor.

Los últimos días aquella frase me la habían repetido varios docentes, y ya no era novedad para mi escucharla una vez más.

Bufé por lo bajo y me volví a sentar.

---¿Tu también me darás clases extras?

El profesor Cooper me miró serio.

---Sí señorita, son disposiciones del director.

Supongo que debe ser la sanción por haber golpeado a la zorra de Gina.

---¡Qué bien!
Exclamé con sarcasmo mientras me cruzaba de piernas.

Enseguida noté que el profesor miraba mis piernas sin disimulo alguno.

---¿Podemos hacer otras cosas, si tu quieres?

Sonrió con picardia.

Rodee los ojos.

---Hoy no estoy de humor.
Dije con fastidio.

Creo que últimamente pasaba más tiempo en esta escuela que en casa.

---Ni yo estoy de humor para seguir aquí, recoge tus cosas que nos vamos.

Mis ojos brillaron con lo que me había dicho, enseguida recogí mis cosas sin rechistar.

---Esperame en la esquina, no pueden vernos salir juntos.

---De acuerdo.
Respondí mientras lo observaba recoger sus cosas.

Salí muy sonriente y me dirigí a la parada del bus escolar, ya que no me gustaba quedarme en la esquina exactamente.

Miré a varias alumnas esperar el autobús, una de ellas se sentó junto a mi, mientras hablaba con la otra.

---¡Sí, créeme era el mismísimo Dorian Deluxo, aquí en el colegio !

Mis ojos casi se desorbitaron ante lo que había escuchado decir a una de aquellas chicas, e iba a interrumpir esa conversación pero justo el auto del profesor pasó y no pude hacerlo.