Bienestar

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---¿Te apetece comer algo en particular?

Colocó su brazo sobre mi hombro.

---Mm...si, a ti.

Respondí coqueta.

Lo vi tensarse para luego ladear su cabeza y finalmente sonreír.

---Escogere por los dos.
¡Nando llevanos al Scrap sea!

Anunció el castaño al chófer.

---De acuerdo, señor.

---Con que mariscos ¿No?

Pregunté con voz seductora.

---¿Te gustan?

Quitó su brazo para luego tomar de mi mano (la buena).

---Me encantan, son afrodisíacos después de todo.

Respondí casi ronroneando cerca de su cuello, olía extremadamente delicioso.

---¿Estas tomando anticonceptivos?

Su pregunta me tomo por sorpresa, era un poco vergonzoso hablar con el sobre ese tema.

---No...nunca lo he hecho antes.

Siempre había usado preservativos, bueno no yo, pero si los chicos con los que había estado.

---Te conseguiré una cita con un ginecólogo.

Anunció con tono serio.

---¿Quieres que tomé pastillas anticonceptivas?

Las orbes de mis ojos se desbordaron.

¿Eso quería decir que el y yo....?

---Si, no quiero que tires tu vida a la basura con un embarazo no deseado.

Dijo como si nada, como si aquello fuera de lo más normal del mundo.

---¿No quieres que me embarace de ti?

Expresé con tono burlón, el solo frunció su ceño.

---Mm...no me malinterpretes ,es decir, los jóvenes de tu edad aquí en este país, en esta ciudad, son muy liberales.

Genial, ahora quería sermonearme.

---Cómo digas.

Rodee los ojos.

---No te pongas en ese plan, sabes que quiero lo mejor para ti.

Decidí sentarme frente a el para luego desviar mi vista hacia fuera de la ventana del automotor.

---Mirame.

Demandó y no me quedó más remedio que obedecerlo, ya que sabía lo intenso que podía llegar a ser cuando se lo proponía, así que de muy mala gana lo obedeci.

---¿Qué?

Lo miré molesta.

---Eres muy hermosa, cualquiera haría lo que fuera por tenerte, se que el que estés con alguien no lo podré evitar pero al menos quiero que no ocurra algo de lo que luego vayas a arrepentirte.

Sus ojos estaban más brillosos que nunca, parecía que iba a llorar.

---¡Es que no lo entiendes!

Grité furiosa pero al mismo tiempo hice algo loco, me senté ahorcadas encima de él y lo había hecho tan rápido que no le di tiempo a nada.

---Solo quiero estar contigo.

Estreche mis labios con los suyos con gran necesidad, el cedió con facilidad a aquél beso e incluso lo profundizo, sentí sus manos en mi cintura y fue ahí cuando me humedeci.

La hija de mi sirvientaWhere stories live. Discover now