Trampolín

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Era claro que la natación no era mi deporte favorito, en realidad ninguno lo era.

Me encontraba en la piscina olímpica del instituto junto con todos mis compañeros del salón de clase, estaba completamente agradecida con Dorian por los tampones que me había comprado, sino fijo teñia la piscina.

Caminé por delante de Rhett, el cuál parecía mirar nervioso a la gran piscina frente a él, fue ahí cuando decidí molestarlo un poco.

---¡Hey grandulon! ¿No me digas que le temes al agua?

Toqué el agua con la punta de mi pie muy cerca de él, éste lo miró y recorrió su vista hasta llegar a mis ojos.

---No, por supuesto que no.

Dijo quitando la vista rápidamente de mi, se notaba que mentía.

---Demuéstralo...ves ese trampolín.

Apunté a uno de los trampolines que estaban del otro lado de la piscina.

---No ese no...el de allá.

Le indiqué el más alto que creo que debía tener más o menos unos 10 metros de altura.

---Salta desde ahí..

Sonríe maliciosa, el por su parte parecía serio.

---No creo que eso sea buena idea.

Su mirada se fijó en el alto trampolín.

---¿No me digas que eres una gallinita y te da miedo hacerlo?

Expresé con tono burlón.

---¿Sí lo hago yo...lo harás tu también?

Mi sonrisa se esfumó y me quedé callada por un par de segundos, eso no lo vi venir.

---¡Sanders!

Escuché que el maestro de natación me llamó.

---Trato.

Le dije antes de irme.

Mientras me acercaba al maestro me puse a pensar en la estupidez que había cometido.

---De una vuelta alrededor de la piscina¿Puede hacerlo?

Miro mi brazo enyesado.

---Si , creo que si.

Me encogi de hombros y me quité la bata quedando solo con mi terno de baño negro enterizo, a lo lejos podía sentir la mirada penetrante y fija de Kozac sobre mi, y no pude evitar sentirme incómoda ante eso.

Luego de hacer lo que solicitó el señor Mendieta, me quedé sentada un par de segundos en un extremo de la piscina.

---Nos vemos aquí a las 3 pm, no faltes.

Anunció Rhett luego de lanzarme una toalla.

Su rostro no reflejaba ninguna emoción, probablemente estaba aterrado. Estaba segura de que no saltaría, así que decidí no preocuparme por eso.

(...)

---¿Estáis demente?

Gritó Mario en la cafetería, todo el mundo lo observó.

---¡Baja la voz!

Las miradas de todos aún permanencian sobre nosotros.

---¿Sabéis quién es el actual campeón olímpico de la escuela?

Llevé un emparedado a mi boca para darle un gran mordisco.

---Mm...no ¿Por..?

Hablé con la boca llena.

La hija de mi sirvientaWhere stories live. Discover now