Días difíciles

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Los días habían pasado y Dorian mi madre y yo, estábamos más unidos que nunca, lastimosamente ella ya no podía levantarse de la cama ya que se encontraba demasiado débil, por lo general la mayor parte del tiempo pasaba dormida. Ethan me visitaba a menudo, siempre trataba de distraerme con las estupideces que decía, estos eran días difíciles, y yo solo buscaba la forma de no pensar tanto en ello.

---Vaya a distraerse un poco niña, yo cuidaré de ella.

---Gracias.

Le dije a la enfermera de turno.

---¡Hey! ¡Qué mal luces Sof!

Collins aparecía de repente.

---¿Vienes hasta acá, solo para burlarte de mi?

Bufé molesta.

Saqué un cigarrillo del bolsillo delantero de mi blusa para prontamente encenderlo con un encendedor color rosa que obtuve del mismo lugar.

---Eh..dejame pensar, si también.

Sonreí mientras me sentaba en una de las sillas que daban al patio del frente, el hizo lo mismo.

---No estoy en mi mejor momento.

Expulse el humo contenido en mis pulmones.

---Aún asi, te ves linda.

Miré al ojiazul con gran asombro y éste me sonrió.

---¿Eso fue un halago, Ethan Collins?

---Si, pero no te lo tomes muy enserio.

Me quitó el cigarrillo de las manos para darle una pitada y yo lo miré mal.

---Mejor cuéntame ¿Cómo van las cosas en la escuela?

Cuestione curiosa.

---Pues acomodate porque tengo mucho que contarte....

---Soy toda oídos..

************************************
Luego de hablar con Ethan subí a mi habitación, había empezado a estornudar sin parar pensando en que quizás era una simple alergia y luego de acostarme en mi cama me quedé dormida.

Narra Dorian

Regresé a la casa luego de haber firmado varios cheques para realizar algunos pagos muy importantes.

---Buenas tardes señor Deluxo.

La joven frente a mi se sonrojo, traté de recordar su nombre pero me fue imposible.

---Buenas.

Observé que Sara dormía plácidamente y no quize despertarla así que me fui.

Caminé hacia mi despacho pensando en Sofía, había un asunto pendiente que tenía que solucionar con su madre y debía hacerlo pronto. 

La tarde pasó rápidamente y sin darme cuenta ya había oscurecido, por lo que bajé a cenar, generalmente lo hacía junto a Sofía.

---¿Y Sofía?

Cuestione a Margarita.

---Dijo que no se sentía bien y que no bajaría a cenar con usted.

Me alarme.

---Gracias, puedes retirarte.

Pensé en comer pero luego decidí mejor subir a ver como se encontraba ella. Toqué la puerta de su habitación pero no contestó así que entré.

---¿Linda? ¿Estás bien?

Observé que se encontraba recostada en su cama parecía adormilada.

---No, me siento fatal.

Escuché que absorbió su nariz.

¿Se había resfriado?

---Déjame verte.

Me acerqué y ella se levantó, su nariz estaba muy roja al igual que sus mejillas.

---Oh nena, es verdad, no luces nada bien.

Suspire preocupado.

---Iré a traerte algo de comida y medicina ¿De acuerdo?

Asintió con su cabeza y se acostó nuevamente, la cubrí con una manta de lana antes de irme.

Narra Sofía

---No soy una niña Dorian, además no tengo hambre.

El castaño me daba de comer al estilo avióncito una terrible sopa de enfermos.

---No me importa si tienes hambre o no, así que abre la boca.

Ordenó, cansada accedí a su pedido.

Abrí la boca y tragué.

---Buena niña.

Expresó divertido.

---Ya no quiero, odio las sopas ¿Sabías eso?

Me volvió a acercar una cuchara de aquél caldo caliente.

---No, no lo sabía, pero ya es la última cucharada así que abre la boca, me gusta cuando lo haces.

Abrí la boca y lo miré con confusión.

---¿Por?

Dejó el plato sobre el velador y me miró sonriente.

---¿No lo imaginas?

Achino los ojos sonriendo de lado.

Reí.

---Eres un tonto.

Lo golpee con una almohada.

---Quieta muñeca que ahora te toca tomar tu medicina.

Me tendió dos pastillas y un vaso de agua.

---Anda tomalas, harán que te sientas mejor.

Un tanto desconfiada tomé las pastillas para una a una tragarlas junto con el agua.

---Gracias.

Respondí luego de entregarle el vaso vacío.

---De nada linda.

Se acercó a mi e inesperadamente me beso.

---¡No aléjate!

Lo separé de mi bruscamente.

---Puedo contagiarte.

Muy por el contrario me acercó más a el para volverme a besar.

---No me importa.

Susurró antes de separarnos por la falta de aire.

---Vamos, ahora vuelve a recostarte.

Le hice caso y me metí dentro de las sabanas, mi nariz me picaba.

---Esta bien.

Me arropó hasta el cuello y besó mi mejilla.

---¿No te quedarás?

Pregunté al ver que se iba.

---Claro linda, vuelvo enseguida.

Sonreí, quería estar mejor para ir a ver a mi madre.

---Por fa, ve a ver como esta mamá.

Le dije antes de que se fuera.

---Claro preciosa, hasta eso tu descansa.

El castaño me lanzó un beso volado al irse y yo sonreí como una boba...pero que coqueto era ese hombre.

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xoxoxox

Besos

La hija de mi sirvientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora