4. Deseo concedido

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Las estrellas estaban tan brillantes por encima. Y la luna. Ah dios, la luna. Me hubiera gustado que fuera llena. Porque las lunas llenas eran mi tipo favorito de lunas. El rostro de él se acercó y la bloqueó. Decidí que estaba bien, porque amaba su cara más de lo que podía amar la luna.
(T.J.Klune)

* * *

Alec miró al hombre sobre él, su cuerpo reaccionando a cada toque, sus ojos azules no se despegaron ni un momento de aquellos dorados, admiraron cómo en un parpadeo podían cambiar, a plata, había oro y plata en ellos.

-Hermosos -Alec estiró una de sus pálidas manos para tocar aquel rostro, acariciar bajo uno de esos ojos.

Magnus pasó, varias veces, muy suavemente, sus manos por el vientre de Alec, sus labios se movían y él habría jurado que estaba susurrando algo.

Magnus había llegado desnudo... Su piel iluminada por su propia luz, su otro cuerpo (la Luna) iluminándolo con los rayos que entraban por el balcón.

Una de las manos de Magnus siguió en el pálido vientre de Alec, una sensación cálida construyéndose con cada toque, con la otra comenzó a quitar la playera de su pijama.

Alec creía que seguía soñando. Porque simplemente no tenía sentido que un hombre hermoso, lleno de luz, entrara a su recámara y lo hiciera suyo. Así que lo permitió, se alzó un poco para ayudar a Magnus a quitarle la pijama.

Sus manos tocaron una última vez su vientre, bajó sobre aquel cuerpo mortal y dejó un beso justo bajo el ombligo. Para después desprenderlo del pantalón y la ropa interior.

Alec era virgen, Magnus lo supo de algún modo. Y él nunca había hecho esto, él era un Dios y nunca, antes de esa noche, había abandonado su puesto. Pero de algún modo sus cuerpos se entendieron, hubo algún tipo de innegable conexión entre ambos.

El pálido cuerpo del mortal fue despertando, cada célula ardiendo, con cada suave y cálida caricia de las manos de la Luna, con cada toque de aquellos fríos y luminosos labios.

Magnus fue dulce con Alexander. Lo amó, lo adoró, aunque lo sabía prohibido.

Él afrontaría las consecuencias por cumplirle su deseo.

Alec nunca creyó que sería posible sentirse así, no en un sueño al menos. Aquel hombre lo preparó con cariño antes de entrar en él y unir sus cuerpos. Y él podría jurar que escuchó algo dentro de su cabeza hacer clic.

Los ojos cambiantes de Magnus nunca dejaron aquellos perfectos ojos azules que de cerca eran todavía más atrayentes. Le recordaban al mar, y el mar siempre estuvo a disposición de la luna.

Juntó sus labios sólo una vez y fue cuando sus cuerpos se habían hecho uno. Un mortal y un dios.

Magnus se movió suavemente dentro de Alec, le dio placer, sí, pero también cumplió su más grande deseo. Cuando su esencia inundó a Alec, éste creyó ver el cielo nocturno tras sus párpados, millones de estrellas rodeando algo más: a la Luna.

Fue hermoso.

Y aquel hombre le susurró: -No vas a recordar mi rostro, no el de este cuerpo, pero cuando te enteres de la noticia...sabrás que fui yo. Y en ese balcón tú y yo volveremos a vernos.

Alec no entendió y no le importó. Se aferró a aquel cuerpo, pensando que eso debía sentirse al encontrar a tu alma gemela.

Y durmió perfectamente, con la Luna abrazada a él, y una nueva vida latiendo en su interior.



CONTINUARÁ...

qué tal?!
tengo insomnio 🙈 si esto quedó horrible me dicen y lo reescribo...

Hijo de la luna (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now