90. Extra 2: antes de la luna

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Durante el día, Magnus seguía siendo el encargado y Alec simplemente un empleado más. No había distinciones y, aunque las miradas y las sonrisas no faltaban, procuraban no hacer evidentes sus sentimientos.

Empezaron a verse a escondidas cada noche. Cuando todos dormían ellos salían a amarse, con la luna como único testigo.

Sólo cuando Asmodeus regresaba de sus viajes, ellos interrumpían sus escapadas nocturnas.

No hacían más que platicar, besarse, de caricias inocentes no pasaban. Magnus sabía que su padre pronto dejaría el comercio, para dedicarse únicamente a la granja, y le propuso a Alec fugarse juntos cuando eso sucediera.

-¿De verdad dejarías todo por mí? -preguntó Alec una de esas noches-. ¿Te irías conmigo a empezar una vida?

Magnus había acunado su rostro, sus pulgares acariciando las mejillas pálidas. -Ya nada podría separarme de ti, Alexander. Te amo.

Ese fue el primer te amo. Pero el corazón de Alec le decía que algo andaba mal. -¿Lo prometes?

-Te lo prometo -Magnus no dudo. Él lo amaba y estaba completamente seguro de querer una vida a su lado.

Desgraciadamente la envidia de un compañero de Alec se interpuso en esa promesa. Él notó las miradas entre su jefe y Alec, y esperó el momento para decírselo a Asmodeus.

Una noche, la primera noche que Magnus y Alec se amaron en cuerpo y alma, no notaron el paso del tiempo, no se enteraron de la llegada de Asmodeus hasta que ya era demasiado tarde.

Asmodeus no podía creerlo cuando le dijeron que su hijo tenía un amante, un sirviente, ¡y además hombre! Era una humillación para él. Prefería perderlo, quedarse sin hijo y sin descendencia, que pasar esa vergüenza.

Mandó llamar a un hechicero y juntos llegaron al lugar cerca del río donde Magnus y Alec yacían juntos. Todavía enredados el uno en el otro.

-Ya han conectado físicamente -le dijo el hechicero-. Puedo sacrificar a tu hijo, hacer la ofrenda a los dioses, pero el vínculo entre ellos no va a romperse.

-No me importa -dijo Asmodeus, mirando con asco a los amantes que no los habían notado aún.

El hechicero asintió. -¿A qué dios?

Asmodeus miró al cielo. La luna estaba llena, iluminando a Magnus y Alec. Sonrió:

-A la luna, se amaron bajo ella, que sea quien los separe. Haz la ofrenda a la luna. Ofrezco a mi hijo.




CONTINUARÁ...

creo que el siguiente se acaban los extras, muchas gracias por seguir leyendo ❤

Hijo de la luna (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora