163. Epílogo

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Te espero cuando miremos al cielo de noche: tú allá, yo aquí, añorando aquellos días en los que un beso marcó la despedida, quizás por el resto de nuestras vidas. Es triste hablar así, cuando el día se me hace de noche, y la Luna oculta ese sol tan radiante. Me siento solo, lo sé, nunca supe de nada tanto en mi vida, sólo sé que me encuentro muy solo, y que no estoy allí.
(Mario Benedetti)

* * *

[23 años después]

Hacía un par de semanas, Max y Elara habían cumplido veintitrés años.

Alec y Magnus habían recordado, inevitablemente, la noche de Luna llena del parto, el adelanto, las contracciones y la cirugía de emergencia que Magnus tuvo que practicar solo.

Alec recordaba despertar vacío sin sus hijos en su vientre y sin recuerdos.

Magnus recordaba un momento haber estado con sus hijos, dejándolos en la incubadora, y después, antes incluso de poder despedirse de Alec, en el cielo. En un segundo fue tirado de regreso hacia la Luna y torturado mirando a Alec despertar sin recuerdos.

Habían decidido viajar a la casa de campo de Alec -de Esperanza-. Todos los años lo hacían por insistencia de Alec, él sentía como si estuviera dejando algo ahí, pensó que había sido por Magnus y Rafa, pero la sensación nunca desapareció del todo.

Rafa y Elara, con la adolescencia, se aburrieron de pasar cada año lejos de la civilización, pero Magnus siempre apoyaba a Alec, y Max -era extraño eso- también acudía feliz, conforme fue creciendo acudía con más ansías, aunque nunca dijo por qué.

Más de veintitrés años habían pasado desde aquel primer deseo a la Luna llena, Alec y Magnus ya deberían tener -sin contar aquellos dos mil años- más de cuarenta, y los tenían, pero ya que no eran humanos normales -con parte de Ángel y parte de Luna- no habían envejecido con normalidad, ellos se veían tal vez de un poco más de treinta, era difícil creer que Max y Elara eran sus hijos...

Rafa -el único que sabía del trato con el Sol y los demás Dioses- estaba demasiado nervioso desde que habían pasado los cumpleaños de sus hermanos, o los que eran como sus hermanos. Estaba más sobreprotector con Elara.

Justo ahora estaban ellos en uno de los sofás, Rafa sentado y Elara acostada con la cabeza en su regazo, él enredando sus dedos en el cabello dorado de ella, la mirada de adoración en los ojos marrones de Rafa igualaban la de los dorados de Elara.

En cierto modo, todos lo supieron, sus cuerpos y corazones lo sintieron segundos antes de que ocurriera el evento que iba a cambiar sus vidas.

Elara se estremeció, sus ojos se abrieron llenos de lágrimas, el dorado más brillante que nunca. Rafa no apartó su mirada ni sus manos de ella, la ayudó a sentarse sin decir nada, dejó sus frentes juntas y cerró los ojos cuando sus propias lágrimas cayeron. Elara se aferró a él unos segundos antes de que el timbre sonara.

Alec y Magnus habían estado acurrucados en una vieja mecedora. Alec en el regazo de su esposo. Justo antes de que el timbre sonara, Magnus había susurrado un "Te amo" y una disculpa, así que -aunque no entendía- Alec se aferró al amor de su vida cuando el sonido del timbre desgarró el silencio de su hogar.

Elara le dijo a Rafa "Es tiempo", y él -aunque lo sabía- negó, juntando sus frentes más fuerte, clavando sus dedos en su nuca, como si pudieran fundirse y ser uno, uno que nadie pudiera separar.

Lágrimas resbalaron por las mejillas de Alec, nunca un Te amo dolió tanto y trajo tan manos presagios. Abrazó el cuello de Magnus, y ahí mismo, sobre su piel, susurró la pregunta "¿Te vas?".

Un nudo en la garganta le impidió a Magnus contestar, no tenía la fuerza para abrir la puerta y despedirse. Veintitrés años no habían sido ni de cerca suficientes.

Max, que había estado tomando una ducha, bajó todavía con el cabello húmedo, los miró a todos sin entender, no extrañado de ver a sus padres aferrados uno al otro, pero sí un poco cuando los labios de Rafa y Elara se unieron en un beso. Aunque, en cierto modo, siempre lo supieron, ya de niños ellos estuvieron más unidos entre sí, y no eran realmente hermanos.

Lo que lo sorprendió fue que nadie abriera cuando el timbre seguía sonando. Gruñó, y fue completamente ignorado, y se acercó a la puerta. La abrió sin preguntar, su corazón se detuvo y después latió enloquecido, su estómago lleno de esas dichosas mariposas, su piel erizada sintiendo millones de chispas de electricidad recorriéndolo, cuando vio a la mujer frente a él.

Su piel blanca, cabello oscuro, y unos tristes ojos azules. Sus labios se torcieron en un intento de sonrisa. Esperó a que Max hablara, pero él no lo hizo, sólo se quedó mirándola. Su pecho llenándose con profundas respiraciones, sentía que esto era por lo que había esperado cada día.

Los labios de ella se separaron lentamente, para preguntar por Magnus, cuando la voz de Alec se escuchó: -¿Quién es, Max?

Max abrió más la puerta, dejando a Alec -que se había separado de Magnus, de pie con las mejillas húmedas y las manos temblando un poco- ver a la mujer.

Rafa, Elara, y Max se pusieron de pie a la vez.

-¿Esperanza? -Alec sonaba completamente sorprendido y herido.

Magnus cerró los ojos un momento. Por fin Alec recordó a su gran amiga, por fin la verdad llegó y el tiempo los alcanzó.

-Alec -los ojos de ella se humedecieron, dudó si dar un paso dentro o no, su voz tembló-. Alec.

Los labios de Alec temblaron, quería correr a abrazarla, pero también intuía lo que significaba.

Elara y Magnus dieron un paso y luego se miraron, hablaron a la vez: -¿Qué?

Rafa se acercó a Alec, lo que fuera a suceder les iba a romper el corazón. Siempre pudo ver el futuro, pero ahora mismo ya nada era claro.

-No vas a ir -de nuevo hablaron Magnus y Elara a la vez. Sus miradas, dorada y verde dorada, mostraban la misma determinación. No había duda que eran padre e hija.

Alec tembló en los brazos de Rafa.

Esperanza susurró un "Lo siento" a nadie en particular. Max miró a uno de sus padres abrazado a Rafa, y al otro teniendo una discusión silenciosa con su hermana.

Esperanza retrocedió un paso, dispuesta a irse, pero Max la detuvo tomando su mano, disfrutando sus dedos encajando juntos. Ella se relajó al instante.

-¿Quién? -la pregunta la hizo Alec, nadie preguntó a que se refería, todos lo sabían-. ¿Quién será la Luna?

Magnus y Elara se miraron un momento, la mano de ellos sobre el corazón del contrario. Ella sonrió un poco justo antes de que el futuro fuera claro para Rafa.

La siguiente Luna estaba decidida y la historia iba a repetirse...



¿FIN?

Hijo de la luna (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now