Hijo de la luna (Malec Mpreg)

111. Día y noche

La luna vive en el revestimiento de tu piel.
(Pablo Neruda)

* * *

Esa primera noche la Luna no se veía, aunque Alec sabía que estaba ahí.

Con sólo asomarse por su ventana, ya que aquí no había balcón, sentía su presencia.

-Estamos bien -Alec sonrió, estaba sentado al lado de la ventana, con sus manos en su vientre, y la sensación de las caricias de su Luna-. Llegamos bien, ya estamos en casa de Esperanza.

-Lo sé. Sé que están bien, los siento a los tres. A ti, y a nuestros hijos. Ansío el momento de que sea Luna llena de nuevo y bajar con ustedes.

Por alguna razón, Alec temió preguntar, pero igual lo hizo: -¿Qué ha pasado con la posibilidad de estar siempre juntos?

Sintió la caricia de su Luna bajar de su rostro hasta su vientre, la sensación de algo más allá de lo físico, la calidez de sus rayos. -Estoy en ello, haré hasta lo imposible. ¿Confías en mí?

Magnus no le dijo que a las condiciones de Camille, se agregaron las de Raziel. Ahora le tenía dos secretos, que él era Magnus, el mismo que él creía dormido en la habitación al lado de la suya, y que era su primer amor, su alma gemela...

-Siempre. Siempre he confiado en ti, y lo sigo haciendo.

-Elara, Max, tú, y yo estaremos pronto juntos. Ve a descansar, duerme, que yo estoy aquí con ustedes, siempre..

Y Alec lo hizo, con una sonrisa, con sus hijos tranquilos, sintiéndose extrañamente completo.

Sentía que ahí lo tenía todo.

* * *

A la mañana siguiente, apenas amaneció Magnus pudo bajar y salir de su habitación. Preparó un gran desayuno para su Alexander y su corazón se alegró con la gran sonrisa de Alec.

Su cuerpo ardía en deseos de acercarse a él, sus dedos por acariciar su rostro, su vientre, sus labios por besarlo...

Pero se conformó con besar su frente y acariciar su vientre. Saludar a sus hijos, y ser un buen amigo para él.

Iban a ser cinco meses difíciles...

Y tenía una historia que contarle.

CONTINUARÁ...