128. Ángeles y Lunas

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Días después, Alec estaba recostado en su cama, hacía rato que no sentía a la Luna, lo que era raro, él siempre estaba ahí y hacía un rato lo había sentido, luego se fue quedando callada la sensación de tenerlo cerca aunque no estuviera físicamente a su lado.

Un par de toquidos en su puerta lo sacaron de sus pensamientos. "Pasen" dijo en voz baja, sin moverse, el pequeño Rafa casi acababa de quedarse dormido.

Ya era su intención ayudar a Esperanza a cuidarlo, desde que supo de él, y más cuando lo vio. Pero aparentemente ella no estaba en condiciones para atender a un bebé, la pérdida de su mejor amiga la tenía muy mal, apenas comía y dormía mucho.

Después de una cena temprana se iba a acostar y no la veían hasta el día siguiente.

-¿Todo bien? -la voz lo hizo sonreír. Apoyándose en sus manos, hizo un intento por girarse, aunque su voluminoso vientre ya no le hacía fáciles los movimientos.

-¿Magnus?

Era tan raro tenerlo aquí de noche. Magnus le ayudaba a cuidar a Rafa, excepto por las noches, y no es que se lo reprochara, pero era inusual tenerlo aquí en la noche. El brillo de una media Luna se colaba por la ventana.

Alec se sintió...completo.

Nada le hacía falta. Ahí estaba su Luna, estaba Magnus, Max y Elara se movían en su vientre, y Rafa hacía soniditos felices dormido.

-No te levantes -escuchó a Magnus más cerca, y lo vio rodear la cama hasta sentarse al lado de Rafa, le sonrió a Alec y acarició suavemente la mejilla del bebé-. ¿Cómo están ustedes cuatro?

Alec se sentía absurdamente feliz cada que Magnus decía "ustedes cuatro" o "mis cuatro bebés", se ruborizaba y había algo cálido en su pecho porque considerara a sus hijos y a Rafa suyos, que les tuviera cariño era hermoso de su parte. Con las mejillas rojas, él siempre respondía "Yo no soy un bebé, Magnus"

-Bien, se quedó dormido después de tomar su leche, la que preparaste. Aquí tengo las que dejaste para más tarde, no tenías que molestarte en venir.

La mano de Magnus subió hasta tocar el vientre de Alec y luego repetir la caricia en su rostro.

-Puedo -hizo un énfasis extraño en la palabra-, y quiero hacerlo. No te impondré mi presencia cada noche, pero de vez en cuando... ¿Te molesta que venga?

-Claro que no -Alec se recargó en la caricia. No le molestaba, absolutamente no-. ¿Me seguirías contando la historia? La de los amantes secretos.

* * *

En la habitación al final del pasillo estaba Esperanza, sólo su cuerpo, su alma estaba en lo alto, haciendo brillar a la Luna. Y junto a ella, aquí en la Tierra, su ángel, suya y de Rafa, la cuiadaba.

Ángela había bajado a ayudar a Magnus cuando Esperanza se enteró de parte de la historia.



CONTINUARÁ...

Hijo de la luna (Malec Mpreg)Where stories live. Discover now