<•> Capítulo seis <•>

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—Adelante, mi buen amigo, termina de cagarte en lo que queda de mi día, te doy permiso.

—Tengo la razón. Debiste haberte divorciado de ella cuando pudiste, antes que desapareciera...

Pegué mi frente a la mesa y solté el aire retenido en mis pulmones. Escuchar las cosas «obvias», me ocasionaba dolor de cabeza.

—Ya entendí —dije—, yo tuve la culpa y ahora pago las consecuencias...

—No estoy diciendo que tuviste la culpa. ¡No empieces con tus dramas! Sólo... Debiste ser más precavido

—Entonces, ¿quiere decir que estoy jodido? —pregunté, recostándome en la silla y mirando al techo.

—No —contestó— Tienes tiempo de preparar algo, y si ella viene, ya estarás listo para contrarrestar «su ataque», por así decirlo.

Odiaba que todos los que se encontraban a mi alrededor, tuvieran la razón con respecto a mis asuntos. Todo era predecible para los demás, excepto a mí.

Hubo un rato en silencio, pero comenté:

—Bueno, ya no hablemos más de esto. ¿Ya conseguiste trabajo? —su rostro cambió a uno más animado— Dime que sí, porque pobrecita tu madre, Caleb...

—¡Sí!

—¿Qué? ¿Por qué no me dijiste? ¿Ya empezaste?

—Apenas me llamaron hoy —levantó los hombros—, inicio mañana. Ya ni sé que hago aquí, debería estar descansando para tener un cutis hermoso para mis nuevos estudiantes —hizo poses como si fuera un modelo.

—Pues ni aunque duermas mil años, serás hermoso. Necesitarás volver a nacer sólo para ver si acaso eres bonito... —reí.

—Hola Caleb —giré, y me encontré con Dustin, quien saludó a mi amigo—. Oye, Derek, quiero preguntarte algo...

—¿Qué pasa? —corrí una de las sillas. Él se sentó y suspiró, a la vez que rascó uno de sus ojos.

—Quiero pedirte un... un favor.

Me sorprendí verlo un tanto nervioso, pues él no era de pedirme tales cosas. Lamentablemente, nuestra relación no era la más cercana que pudiera haber en el mundo, pero tampoco era una desgracia total.

Continuó:

—¿Pu-puede venir un amigo mañana por la tarde?

Al escucharlo, mis ojos destellaron, llenos de felicidad.

—¡Claro que sí! Hombre, faltaba más. Hablaré con Ilse para que les prepare algo riquísimo.

—Ah, bien, gracias.

Dicho esto, se levantó y se marchó. Pasé el resto de la noche entre comida, reclamos, malos recuerdos y un buena compañía.

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Tomando café, le pedí a Ilse que estuviera al pendiente de mi sobrino, pues no quería que ese amigo, se volviera un fantasma con el paso del tiempo. Dustin era un chico bastante reservado, tímido y algo arrogante, tal vez por eso, hasta la noche anterior, supe que tenía un muchacho con el cual compartir sus gustos.

—También procura que Dietlinde haga todas su tareas, porque quizás venga tarde.

Mis sobrinos ya se habían ido a sus clases. Ilse, Sylvio y Vincent, estaban en la cocina, así que aproveché para darle un colado de frutas a mi bebé.

Perfecta ImperFecciÓnWhere stories live. Discover now