<•> Capítulo ocho <•>

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—Lo... lo creo —dijo asintiendo.

Fue ahí, donde decidí enviarle una indirecta.

—Me encanta lo sencillo —su mirada se encontró con la mía—, las cosas sencillas, los detalles sencillos, las personas sencillas...

¡Oh, vamos! Tenía que captar que las palabras eran dirigidas a él. Esa era una de las miles de cosas que poco a poco me fueron gustando de él.

Sus mejillas se colorearon y sonrió levemente. Sus expresiones naturales me encantaban; aunque en esos días, no me había mostrado una sonrisa grande.

No obstante, sin querer parecer intenso a un nivel máximo, cambié de tema:

—Quiero estar presente en la sesión fotográfica, ¿te parece?

—Uted es jefe...

«Ay, cocita tierna. Si supieras que hasta de eso me olvido cuando estoy contigo...»

—Tienes razón —reí—. Vamos, acompáñame al Sector Creativo, le diré a Burke que te ayude, pues no sé si tengo más reuniones

Me puse de pie, y él igual.

—¿Abu-buridas? —me preguntó al empezar a caminar hasta la puerta.

¡Aaaah! ¡Era la primera vez que me hacía una pregunta casual!

—Muchísimo, Lane —respondí emocionado—. Tanto, que entre más deseo que terminen rápido, más lento se pasa el tiempo. A eso, súmale que nunca se está bien con las condiciones al inicio estipuladas; muchas veces son demasiado exigentes...

Seguimos hablando durante el tiempo que duramos hasta llegar al Sector Creativo. De hecho, recordé que no lo conocía; por lo que utilicé esa situación para estar con él un rato más. Me escuchaba atento en cada una de mis palabras, mientras su mirada curiosa y brillante, viajaba de un lado a otro, prestando atención a los detalles. Luego, nos encontramos con un desalineado y estresado Burke. Los presenté y el jefe de estaba encantado, llegué a notarlo por su manera tan obvia de arreglar su aspecto y la sonrisota al estrechar su mano...

«Nota mental: Evitar que Ivo venga a este Sector»

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Subí a la terraza del edificio, y dándome un pequeño descanso de todo el trabajo estresante, encendí un cigarrillo. El aire ahí, apenas movía unos cuantos mechones de mi cabello castaño. Puse mi pie izquierdo en la baranda de seguridad y apoyé mis brazos en ella. Mientras le daba caladas al aportador de nicotina, observada como el día se iba acabando con lentitud. Ya hasta pereza me ocasionaba mirar el reloj. Aproveché el tiempo para pensar en Vincent, en mi hermana y sus problemas legales; en mis padres, mis sobrinos... en la desgraciada de Frieda. Sin embargo, un lindo chico de cabello negro, apareció en mis pensamientos, haciéndome sonreírle a la nada; y dejándome en claro que él me hacía olvidarme de todo.

Mi tiempo a solas y en paz, fue interrumpido por el tedioso chirrido de la puerta de metal de color verde; dejando ver a mis dos fastidiosos y queridísimos primos.

—¿Ves? Te dije que estaría aquí —le dijo Sophie a James.

—¿Qué quieren, par de incompetentes?

—Queremos molestar tu miserable vida —respondió el joven.

—¿Más? —exclamé, a la vez que les regalaba cigarrillos, cedieron a encenderlos y James me cuestionó:

Perfecta ImperFecciÓnWhere stories live. Discover now