<•> Capítulo setenta y uno <•>

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No tenía que ser posible.
Era lo único que me faltaba, que preguntara por la irresponsable de su "madre". Toda mi felicidad en ese preciso momento, cayó al suelo.

Él era un niño bastante inteligente a pesar de su corta edad, tonto no era y estaba claro que veía por qué mis sobrinos sí tenían madre, al igual que yo.

Ivo me miró y a juzgar por su expresión, supe que quizás, esa pregunta le había dolido un poco, mucho más cuando Vin comenzaba a quererlo y decirle papá.

—Oh, mocoso...

—¿Sí?

—Estás muy pequeño para preguntar eso —peiné su cabello con mi mano para volver a poner esos mechones en su lugar—. Te prometo que cuando estés grande te lo contaré.

—¡Bueno! —me gustaba que fuera bastante despreocupado, después de todo, él no tenía la culpa de la espantosa relación que llevara con Frieda—. ¿Y los elefantes? Quiero ver uno, papito, tú me hiciste una promesa.
 
—Y no la he olvidado —le sonreí.

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A buenas horas de la tarde, mi familia y amigos, comenzaron a llegar. Mi madre al instante, se abrazó y agradeció por estar con ella un año más.
Los demás, se jactaron de múltiples halagos y buenos deseos, a excepción de Sophie, cuya manera de decir feliz cumpleaños, era un tanto... Distinta.

—¡Hail, Hitler! —con dos de sus dedos, simuló el bigote del dictador, seguido del típico y horripilante saludo.

—¡Cá-lla-teeee! —jalé su cabello hasta que se quejara—. Deja de decirme así, porque si no, no te voy a dar de mi pastel —le hice una mueca y le saqué la lengua.
 
Cuando era niño, y era mi cumpleaños, ella siempre solía molestarme mucho, lo cual causaba que llorara al frente de los invitados. Mis últimas palabras, esas, siempre se las decía para que me dejara en paz, pero siempre solía decir lo siguiente:

—¡Ay, pues antes de soples las velas, no va a quedar ni la base, fíjate, porque yo me lo voy a comer tooodooo!

Esto, lo único que provocaba, era que llorara más fuerte, y que ella se muriera de la risa.

—¡¿Dónde están las putas cervezas?! —gritó, haciendo que los demás también preguntaran lo mismo.

Mis tíos y tías, ya estaban borrachos y eso que ni siquiera, habían puesto un pie en mi casa. Me tocó ver cómo ni podían bajar de los autos, pues se tambaleaban por si hubieran jugado a dar volteretas.

Mi tío Fraylan, era el más borracho y molesto de todos, era obvio que Sophie había sacado todas sus características.

El tipo se acercó y me abrazó con efusividad, dándome palmadas —o mejor dicho golpes— en la espalda que casi me saca los pulmones por la boca.

—¡Mi Derek, mi niño, mi sobrino preferido, dame dinero!

Pero para terminar de añadir cerezas al pastel, en el momento que me habló, casi me desmayo. Apestaba muchísimo a whisky.

—¿No se supone que debes darme tú a mí? Es mi cumpleaños.

—Pero yo soy pobre.

Mentira que sería pobre.
Mi abuelo había repartido súper bien su herencia, lo que pasaba con mi tío Fraylan, era que resultó ser el más tacaño de todos.

—En tus sueños...

—¡En mis sueños, sobrino! Por cierto, supe que tienes novio, ¿es eso verdad? ¿No te has divorciado? ¿Ya consumaron su relación? ¿Por qué...

Perfecta ImperFecciÓnWhere stories live. Discover now