<•> Capítulo setenta y cinco <•>

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[Derek]

Mi pelinegro soltó una amena risa mientras se cubría el rostro.

—¡Bien! —exclamó al rato, lo cual, me dejó confundido—. ¡T-Te pondré celoso to'os los días! —levantó los brazos a duras penas, cómo si hubiera ganado un premio.

—¡Ah, ah! Eso ni se te ocurra, Ivo —negué—. Me vuelvo loco cada vez que lo haces —mi dedo índice se dirigió hasta la punta de su nariz y se la toqué varias veces—. Es más, deberías taparte, porque tus nalgas están haciéndome ojitos de "fóllame más".

Ahí noté que sus hermosos ojos azules ya se estaban cerrando, preparándose para dormir. Así que no me quedó de otra más que cubrirlo con la sábana. Ya se me había acabo la diversión. Al menos por ese día.

Luego de darme una ducha, salí de la habitación, porque definitivamente toda esa sesión intensiva de sexo, me había dado muchísima hambre. Pero, por desgracia, me encontré con una escena por demás espantosa.

Karim estaba sentado en el sofá, terminando de masturbarse.

—Tiene que ser una maldita broma —me llevé los dedos al puente de la nariz y decidí pasar de largo, dirigiéndome a la cocina.

Ese tipejo no conocía siquiera la palabra decencia. Yo al menos la conocía, pero no la ponía en práctica.

—Es culpa de tu noviecito —su respuesta me hizo detenerme y girarme para mirarlo—, por gemir de esa manera... —mordió su labio, sobrante de descaro.

Cerré mis manos hasta formar puños. Me estaba conteniendo mucho en no partirle su maldita cara, pero sabía que John, haría lo mismo con mamá. Sin embargo, me resultaba muy, muy difícil no dejar salir mi enojo con golpes.

—Es una lastima para ti, que yo sea quien lo provoca, bastardo.

—No creo que la tengas tan grande.

—Más que la tuya sí —mi mirada viajó hasta su entrepierna, la cual seguía descubierta. Quedé decepcionado, y me abstuve de reírme—. Uuf, muchísimo más. Y con su insistencia de que le diera más, estoy seguro que te ha quedado más que claro.

El chico no dijo absolutamente nada más, y se marchó a la habitación que estaba ocupando, para así limpiarse de una buena vez.

Y ahora que notaba que no había un sólo ruido en la casa, me percate que esas muchachas todavía no llegaban. Seguramente sí lo estaban pasando bien.

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Al día siguiente, me sorprendí por levantarme tarde, al menos cuando llamara a casa, Vin ya estaría desayunando sus ricas galletitas con leche.

Me senté a la orilla de la cama y me revolví el cabello con frustración. No había dejado de pensar en que la confianza que tenía con Ivo, aún no era suficientemente fuerte. Como consecuencia, me desperté con un sentimiento de culpa tremendo.

Me sentía demasiado mal por haberlo obligado, por haberle exigido tanto. Ni siquiera yo me entendía.

¡Joder!

Menudo imbécil.

—Hola... —sentí unos fríos dedos recorrerme la espalda, por lo que me giré al instante.

Estaba a punto de darle los buenos días con un enorme beso, pero su mano, captó toda mi atención. Así que la tomé entre las mías y automáticamente, quise brindarle calor.

Perfecta ImperFecciÓnWhere stories live. Discover now