<•> Capítulo cuarenta y tres <•>

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—A decir verdad, no me convence del todo, Romy —hice una mueca, estaba indeciso con ese comercial—. Dile a Burke que cambie un poco el contexto, que todo suene un poco más coloquial, ¿de acuerdo?

Desde muy buena mañana, el estrés aparecía y se quedaba a mi lado para no abandonarme.

—Claro. Ahora, ¿qué pasará con el comercial de Vemsh?

Ah, mierda... ¿Por qué, pasó algo malo?

¡Por favoooor! No quería tener que arreglar más inconvenientes provocados por los empleados un tanto... Irresponsables.

Aunque no me quejaba, yo era igual o incluso peor.

—Pues, debe escoger a las modelos. Ya todas están esperando.

—Ah, no. De ninguna manera, muchacha. Estoy ocupado —me giré el la silla e improvisé una almohada con mis brazos.

—Ocupado haciendo nada...

—Cállate... —¿en qué momento había agarrado esa confianza?

—Ivo entra tarde, puede ir a ver antes de que llegue.

—¿Qué demonios insinuas? —volví a voltearme y ella sonrió.

—Bueno, tendrá que ver a jóvenes hermosas, de traseros y tetas enormes, ya sabe —se encogió de hombros, como si eso no fuera importante—. Puede verlas antes de que Ivo venga, para que no se enoje.

—Fuera de aquí, Romy —le señalé la puerta, y con la otra mano me cubrí el rostro, evitando que viera como comenzaba a reír—. De veras que contigo no se puede, carajo.

—Lo siento, lo siento... —se carcajeó—. Es que él es bastante celoso.

—¿Huh?

—Bueno. Mire, la cosa es que... —puso sus manos en mi escritorio y comenzó a tocar todo lo que había ahí, como si fuera una niña.

—¡Yaaa! —le quité el abrecartas con el que estaba pinchándose los dedos, no quería que se volviera loca ahí mismo—. Habla de una buena vez.

—Bueno. Tal vez usted no se dé cuenta, pero aquí, todas las muchachas hablan de su belleza pura alemana e Ivo, les dice que usted besa muuuy bien —bueno, ahora yo estaba muuuy sonrojado— ¿Sabe? Hasta que se pone rojo de la furia cuando dicen que se lo comerían entero.

¿Qué mierda estaba pasando? ¿Todo eso justo en mis narices y yo ni cuenta me había dado? ¡¿Ivo celoso?! Me era difícil de creerlo.

—¿No me estás jodiendo, Romy?

—¡Claro que nooo! Estoy hablando en serio, señor. Pero, por eso le digo, vaya y escoja a las modelos antes de venga.

Lo pensé mejor...
Y bueno, si él de verdad se pondría celoso por eso, tenía que verlo con mis propios ojos.

—Está bien —me puse de pie, suspirando—. ¿Me acompañas?

—Obvio... Necesitará ayuda femenina.

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Al menos unas quince muchachas de entre los veinte y venticinco años, ya estaban listas para modelar la nueva colección de ropa interior.

—Ah, eres preciosa, nena.

—¡James! —grité, a la vez que me cruzaba de brazos.

—Dígame, señor Kellerman —dijo sin volverme a ver.

Perfecta ImperFecciÓnWhere stories live. Discover now