<•> Capítulo diecisiete <•>

14.7K 1.6K 647
                                    


°

°

[Ivo]  

«Entonces, ¿te doy otro?»

El recuerdo de sus palabras, y de sus fríos labios sobre mi frente, retumbaba en mi cabeza, y me hacía sonrojar.

Sin embargo, la sonrisa se me borró del rostro. Trataba de ignorar lo que decían mis compañeros; aunque no podía evitar sentirme de lo peor. Yo me hacía muchas preguntas acerca del por qué siempre había gente que me molestaba.

—¿Será que se enrolló con Derek? —escuché, cuando pase al lado de ellos.

—¿Será que son homos y se ven para follar? —añadió el otro hombre.

Sus nombres eran William y Elías.

—Hey, Ivo, ven acá un momento —paré de inmediato mi caminata y apreté los papeles, evitando arrugarlos—, queremos hacerte una pregunta...

Quizás, de alguna manera; de no comportarme sin educación, me volteé y pregunté:

—¿Sí? —apesar de ser malos conmigo, debía guardar algo de respeto, porque eran más profesionales que yo.

Uno de los muchachos, se tomó la libertad de apoyarse en mi hombro, mientras el otro reía.

—Queremos saber si tú... ya sabes, si tienes alguna relación con el jefe, ¿lo conocías desde antes?

¿Por qué querían saber? Debía admitir que esa pregunta, o su manera de acercarse a mí, me pareció extraña y sospechosa.

—No. —respondí cortante. Sabía muy bien, que si hablaba otro poco, me equivocaría, y provocaría sus risas o comentarios burlescos.

—Anda, dinos. Hemos visto que se llevan muy bien... —miré su agarré y traté de quitarme, pero llamó mi atención cuando cogió los papeles que tenía y los tiró al suelo con brusquedad.

Chasqueé la lengua, y lo empujé. Me agaché para empezar a recogerlos, pero me resigné al ver como los pisaban y ensuciaban totalmente. Me senté en el piso. Ahora, tenía que volver a imprimirlos, y mi jefe se atrasaría en el proyecto.

—Oh, ¿trabajo extra? —dijo William con sarcasmo—. ¿Te enseño a usar la impresora, maldito retrasado?

Retrasado.

Esa palabra se me hizo costumbre escucharla.

Esa tarde, ellos se mostraban más groseros conmigo; asocié todo al día anterior, donde Derek y yo nos fuimos y regresamos juntos.

Se fueron muertos de la risa y suspiré. Ya estaba acostumbrado.

—Ivo —una voz femenina me hizo levantar el rostro—. Si no le dices a mi primo, lo haré yo.

Su condición me puso nervioso al instante, no quería molestar a mi amor platónico con mis dramas.

—No es na-nada —contesté, queriendo mil veces que mi voz no sonara trabada por la incomodidad.

—¿Nada? —me dediqué a recoger todo con rapidez—. Cariño, vas a tener que hacer eso de nuevo. ¿Cuándo vas a decirle a Derek?

—¿Qué co-cosa?

—¡Que te tratan así! Yo lo he visto, y es cuestión de todos los putos días... y no dije nada por darte la oportunidad de hablar.

—No es po-po-problema. Co-con permi-miso.

Perfecta ImperFecciÓnOn viuen les histories. Descobreix ara