<•> Capítulo trece <•>

15.8K 1.7K 561
                                    


°

°

—No me has contado nada acerca de tu amigo, el que vino el otro día —inicié la conversación con Dustin, mientras desayunábamos unas deliciosas tostadas.

Vin, estaba en mi regazo, mientras se  manchaba por completo de jalea.

—¿Tengo que hacerlo? —me preguntó con evidente molestia.

—Me interesa —cogí una servilleta y lo limpié con cuidado—, ¿acaso es un delito?

—La pasamos bien, sólo vimos algo de anime y ya, se fue a su casa. Además, Ilse hizo una rica tarta sólo para nosotros dos.

—Ya veo —dije, evitando que se me notara la gran emoción que me estaba invadiendo.

—No seas tan metiche, Derek —añadió, sonriendo, cosa que no hacía en mucho tiempo.

—Oye, tranquilo, ¿sí? Tenía curiosidad, es todo.

—El muchacho es muy guapo, tío —exclamó Dietlinde con la boca llena, obligándome a toser, casi escupo jugo que apenas acababa de probar.

Dustin se puso demasiado rojo, y quiso ocultar su rostro, clavando la mirada en las tostadas. Ya deducía por donde iba la cosa...

—¿Qué? ¿No eres acaso muy pequeña para pensar en eso? —evadí la incomodidad de mi sobrino, preguntando aquello.

—Digo la verdad, mentir es malo. —en realidad, estaba muy sorprendido de la sinceridad de la pequeña—. El muchacho es guapo, tú eres guapo, el tío Caleb también.

—Okey —aquello era muuucha sinceridad

—Además, Dustin también piensa lo mismo de su amigo —comencé a reír y Vincent me siguió.

—Mira, pitufa fea, cierra el pico —se apresuró a contestar el adolescente, señalándola con la cuchara, y la niña, lo que hizo fue sacarle la lengua.

—Descuida, soy de palo y tengo orejas de pescado —comenté ante su mirada nerviosa.

—¡Soy un pescado! —gritó Vin, levantando los brazos.

—No, Vin; de palo, soy de palo —lo corregí ante su ocurrencia.

—Papi —entrecerró los ojos y me dijo—: tú no eres de palo.

—Y tú tampoco eres un pescado, mocoso —le di un besito de esquimal.

<•>

Unos minutos después de entrar a mi oficina, Romy me estaba diciendo que Ivo necesitaba hablar conmigo. Por supuesto, que de inmediato, lo hice pasar.

—Hola Lane —le dije al verlo entrar, traía unos papeles en ambas manos. Pero me alarmé cuando aprecié unos grandes rasguños en la mejilla izquierda.

—Ho-hola.

—¡¿Qué te pasó en el rostro?! —le pregunté rápidamente.

—Ah —se llevó la mano a la mejilla— fue gato, un... gato —sonrió un poco.

—¿Me estás diciendo la verdad?

—Sip —me encantaba escucharlo afirmar con tanta ternura—. Es que... era nindo.

—¿Esa es tu justificación? —asintió, apenado—. Vaya, ten más cuidado, tienes un rostro muy perfecto para que los gatos hagan estragos en él —me impresioné por lo que había dicho y comencé a balbucear para buscar la excusa adecuada—. No, aaah..., es que lo eeh... Mierda, mejor me callo —reí con nervios—. ¿Qué son esos papeles? —le dije, evadiendo la vergüenza, que obviamente, ambos sentíamos.

Perfecta ImperFecciÓnWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu