Prólogo.

195K 10.1K 3.2K
                                    

5 años atrás

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

5 años atrás.

El hombre miró la tumba frente a sí con coraje, miedo, dolor y miles de emociones al mismo tiempo.

  Tocó la pintura de un rostro grabada sobre la lápida, la misma foto que él había tomado hacía años y que ahora estaba ahí.

   Geoffrey Waldorf rezaba la placa de vitrocerámica que lucía impecable, seguramente porque como en vida seguía siendo adorado después de su muerte.

   Miró la botella de alcohol a su lado y bebió el primer trago. Estaba algo confuso. Llevaba años cargando el dolor pero también empezaba a creer que nunca se iría, que estaría ahí para siempre como su compañera de vida.

   Bebió hasta que su organismo ya no podía más, hasta que dejara de doler. Un aniversario más pasaba desde que todo había comenzado.

   Amaba a sus amigos como si fueran sus hermanos y daría la vida por ellos pero tenía que admitir, sobre todo lo hacía cuando estaba ebrio, que ese no era el destino que le hubiera gustado o tal vez sí pero sin culpas y sin remordimientos.

   Pensaba que no, no era su culpa pero luego recordaba el cómo había pasado todo y se dio cuenta de que sí, él pudo evitarlo.

  Se dejó caer sobre la tumba y recordó las palabras de su padre la última vez que lo había visto. «Ojalá hubieras sido tú».

  Cerró los ojos unos momentos pensando en que tal vez esa tumba debería llevar su nombre, después de todo siempre había sido la oveja negra, el que nadie quería. Era su espíritu indomable el que le dio la fama, el que lo arrastró hasta eso, pero se preguntaba si era su culpa haber nacido así, si era justo que se le culpara por algo que él no pidió.

   Sonrió al darse cuenta de que tanto él como su amigos eran igual de malqueridos por eso estaban juntos para darse el poco amor que eran capaces de otorgar. Tal como su amigo Parker decía «al corazón no le falta amor para vivir, le falta un buen cardiólogo».

—Ya vete Geoffrey —dijo mientras miraba al cielo—. Déjame vivir en paz.

   Recordó la noche en que todo había pasado con cada detalle.

   «—Tal vez debemos irnos ya —dije algo incómodo al verlos a ambos tan ebrios.

—Eres un aguafiestas amor —dijo Polette—. Estamos disfrutando la fiesta.

—Sí, pero Geoffrey no bebe y mira como está —dije señalando a mi hermano—. Yo no he disfrutado ni bebido por él, me matarán mis padres si algo le pasa.

—Estoy bien —dijo él mientras se agarraba a mi hombro—. Tu novia es un encanto.

—Es hora de irnos —insistí—. Papá va a matarnos.

—Somos jóvenes —dijo señalándonos—. Tú casi 20 y yo 22, debemos divertirnos.

—Sí, pero mañana hay universidad —dije fastidiado—. No olvides que escapamos y según mamá cada uno está en su habitación.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora