Capítulo 6

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Max y Parker se negaron a salir debido a compromisos previos y aunque no quería importunar a Maddox sabiendo que seguramente estaría con su chica, lo cierto es que no quería estar solo, no quería deprimirse en su departamento solo y sin nadie con ...

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Max y Parker se negaron a salir debido a compromisos previos y aunque no quería importunar a Maddox sabiendo que seguramente estaría con su chica, lo cierto es que no quería estar solo, no quería deprimirse en su departamento solo y sin nadie con quién hablar.

   A Hurs le gustaba el ruido, le gustaba hablar y escuchar. Le gustaba bromear y ser el chico risueño que había sido, al menos el que había sido antes de que tuviera que trabajar y estudiar porque no le costeaban la carrera, el que tuvo que vivir con lo poco que tenía.

  Pensó en llamar a su amigo pero no estaba dispuesto a que se negara así que salió de su guarida y tomó un taxi hasta el departamento de Maddox.

  Una vez llegó hizo lo mismo de siempre comenzó a tocar de forma insistente hasta que Maddox apareció con el mismo rostro agrio de siempre.

—¿A dónde vas? —dijo Maddox mirándolo de arriba a abajo.

  Miró el piercing que llevaba en el labio inferior.

—¿Te lo acabas de hacer? —inquirió señalando sus labios.

—No, solo que no me gusta usarlo cuando voy al trabajo —dijo con aire de suficiencia—. Ya sabes, al trabajo hay que ir presentable.

—Por supuesto —dijo Maddox con un rostro que dejaba claro que se burlaba de él.

  Hurs bien sabia que de todos era el único al que las etiquetas no le importaban y buscaba siempre usar lo que le gustaba com su vestimenta bastante urbana y solamente en escasas ocasiones usaba algo formal.

—Quiero beber —dijo incitando a Maddox—. ¿Vamos por ahí? Llamé a Max y Parker pero uno está de niñero y el otro dijo que era su día sexual y que no tenía tiempo para mariconadas.

  Maddox sonrió y asintió aunque Hurs sabía que solo lo hacía para cuidarlo y que no empezará a beber sin control. Maddox sabía que cuando empezaba a beber lo hacía hasta perder la consciencia y no darse cuenta de lo que hacía.  

—Cuando te diga que basta vas a obedecer y vamos a largarnos —advirtió sabiendo el estado en el que se ponía siempre que bebía a grandes cantidades.

—Vale —dijo de mala gana—. Puedes golpearme si me pongo rebelde.

  Maddox comenzó a reír ante la burla sabiendo que ni cuando se emborrachaba podía ganarle en una pelea por lo que solo negó y dijo que se ducharía antes de salir.

  Esperó paciente a que Maddox se duchara pensando en que su departamento era demasiado incoloro, demasiado blanco, demasiado todo y a él le gustaban los colores vivos.

   Permaneció ahí hasta que escuchó que salía de la habitación recién bañado y listo para ir con el.  

    Lo vio tomar sus cosas y caminar delante de él para abandonar el lugar mientras él en su cotidiano sentido del humor le silbó.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora