Hurs Waldorf, la bestia, como muchos lo llaman no es mas que un peleador salvaje y regenteador de un casino para el que no hay más futuro que envejecer haciendo lo que sabe y dejar atrás aquello por lo que fue desterrado; sin embargo, los pecados de...
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—¿Te das cuenta de lo que eso significa? —preguntó Max un poco confuso después de horas acompañando a Hurs en su departamento—. Si ella se entera no solo ponemos en jaque a Hurs sino también a Maddox.
—Brooke va a mandarme al infierno —concordó Maddox.
—Allá vives querido —dijo Parker—. Estoy ansioso por escuchar su resolución entonces.
Un silencio se formó entre todos donde nadie supo dar una respuesta.
—No se me ocurre cómo proteger a Hurs —dijo Maddox—. Está claro que la vida es una hija de perra con nosotros.
—Nadie va a decírselo —dijo Max—. Está claro que sí ahora cruzas esa puerta y le cuentas todo lo único que vas a ganar es una denuncia, pero peor a eso va a mandarte por un tubo y odiarte aún más.
Hurs veía a sus amigos por primera vez tratando de no sentirse acorralado pero no encontraba la manera de resolver las cosas sin llevarse entre las patas a Maddox.
Miró alrededor sin encontrar una respuesta y después de nuevo a sus amigos.
—¿La quieres? —La pregunta, como era de esperarse vino de Parker.
La seriedad con la que hablaba lo hizo mirar alrededor antes de responder.
—Creo que estoy medio enamorado —dijo y escuchó un suspiro rendido de sus amigos.
—Es que no sé por qué preguntas lo obvio —dijo Max—. Es evidente que ya esté par no es nuestro.
—Vamos a pensar con claridad —dijo Maddox—. Estás en un verdadero aprieto pero creo que podemos lograrlo.
—No hay nada que hacer —dijo Parker—. Lo hecho hecho está y solo queda afrontar las consecuencias, la situación es expresa, o se queda callado ahora o cuenta de una vez todo. Esto va a explotar tarde o temprano pero explotará.
—¿Qué harías tú? —preguntó Hurs.
—Apelando a la realidad creo que en primera no me habría enamorado —dijo como si fuera obvio—, pero en el remoto caso de que hubiera pasado me habría quedado callado.
—¿Por qué? —preguntó.
—Hemos sido infelices mucho tiempo —dijo mirándolo directamente—. Yo habría corrido el riesgo y ser feliz lo que tenga que durar. Soy egoísta, si ella se enamora y sufre es problema suyo, pero porque negarme la oportunidad de por lo menos sonreír de verdad y ser feliz el tiempo que sea que tenga que durar. Al final por qué debo pensar siempre en la felicidad de los demás y no en la mía.
Hurs guardó silencio ante lo que escuchaba pero pensándolo con la lógica de Parker sonaba tan diferente.
—El punto es que seas consciente de que si mientes tienes solo un préstamo y el pagaré tiene vigencia —continuó—. Debes saber que tienes que estar emocionalmente listo para el nuevo embiste de la vida.
