Hurs Waldorf, la bestia, como muchos lo llaman no es mas que un peleador salvaje y regenteador de un casino para el que no hay más futuro que envejecer haciendo lo que sabe y dejar atrás aquello por lo que fue desterrado; sin embargo, los pecados de...
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—¿No te da vergüenza haberte comido la pizza antes de pagarla? —dijo Hurs—. Ya no hay temor a Dios.
Fue todo el camino refunfuñando y dándoles esos sermones de moral y buen comportamiento que seguramente, pensó Maddox, le robaba a la hija de Parker que bastante bien educada y letrada estaba a su corta edad.
Una vez Maddox bajó y contrario a todas las tradiciones la novia estaba abajo junto a su madre y hermana.
Hurs se separó del grupo para ir por su novia que a ojos de él robaba la atención aún más que la mujer que estaba vestida de blanco.
La vio aspirar y sonreír antes de que él hablara.
—Hola —dijo ella.
Hurs se acercó y la tomó de la cintura para darle un beso sin importar que la gente los viera. Estaba cansado de tener que esperar.
Scarlett sonrió y se sujetó de sus hombros antes de decirle que la soltara.
El resoplido inconforme de Hurs la hizo sonreír y después acarició su rostro.
Se dejó guiar por Hurs hacia otro extremo antes de ver a la novia colocarse en posición junto a su madre para ir rumbo a Maddox.
Hurs sintió un poco de envidia al ver a su amigo tan feliz esperando a su novia.
Lo vio sonreír, al menos sonreír de verdad.
—Nunca vi un tipo tan feliz de poner la cabeza en la guillotina —dijo Parker—. Supongo que es esa cosa que llaman amor.
—¿Vas a casarte enojado? —preguntó mientras la ceremonia comenzaba—. ¿O solo vas a fingir estarlo? Las 300 libras siguen en pie, Parker.
—Espero que estén ahorrando —dijo divertido.
—Por cierto qué haces de castaño y ojos miel —dijo mirando su aspecto—. No me gustas, creo que te ves el tipo malo y yo te prefiero tipo Caperucito, bonito e inocente.
—No soy ni bonito ni inocente —dijo divertido—, pero ya que lo mencionas he venido así porque Maddox Kannavage me ha dicho que vendrá a la fiesta una amiga de Brooke y ya sabes.
—Ya, también vendrá Chris —dijo Hurs—. Aunque como siempre va a llegar tarde.
—A la hora de la despedida —dijo Parker.
—Podrían callarse, comadres —dijo Melina desde el costado de Parker—. Escuchen la boda.
—Ya sé lo que dicen —respondió Parker.
Colocó su brazo sobre el hombro de Melina y dejó un beso en su sien antes de poner atención.
Melina sujetó su cuerpo en un abrazo y de tanto en tanto dejaba algún beso en sus labios.
