Capítulo 51

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Maddox llegó al departamento de Hurs y tal como imaginó encontró el lugar destrozado y a sus amigos en la habitación tratando de calmarlo

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Maddox llegó al departamento de Hurs y tal como imaginó encontró el lugar destrozado y a sus amigos en la habitación tratando de calmarlo.

   Melina tenía los ojos llorosos y sostenía a Hurs que se veía completamente deshecho.

   Miró a Max que no apartaba la vista y luego a Parker que miraba a su amigo sin saber cómo resolverlo.

   Solo hizo un gesto de saludo que respondieron a medias antes de escuchar la voz de Hurs.

—Tal vez deba morir para verla feliz —dijo incorporándose un poco.

   Los cuatro se miraron entre sí sabiendo de antemano lo difícil que sería sacarlo del hoyo.

—Aquí nadie va a morir —dijo Max—. De amor no se muere nadie y no vas a ser tú el primero, deja de intentar llamar la atención, siempre la quieres toda para ti.

   Hurs ni siquiera sonrió y Max sabía que esta vez ni los malos chistes con los que sabían que se animaban iban a funcionar.

—Ella quiere paz —dijo y sus amigos sonrieron.

—La paz no llegará con tu muerte —dijo Parker—. Deja el drama, llegará cuando aprenda a perdonar.

—Tú nunca has perdonado —dijo mirándolo.

—Yo no quiero paz —respondió—. Yo quiero guerra. Ella es una persona diferente a mí y seguramente tiene sus propios principios y deseos, dudo mucho que entre sus deseos de paz mundial esté verte morir solo porque lo dijo.

—Igual quiero morirme —dijo con una media sonrisa—. No se dan cuenta de que nunca hemos tenido nada, que somos personas a las que la vida les ha negado todo lo bueno, por qué debemos seguir de masoquistas entonces en una vida que no nos quiere.

—Porque si la vida es una hija de puta con nosotros debemos estar a la altura y darle batalla —dijo Melina—. La vida es así para algunos, nosotros fuimos los elegidos, hay que morir dando pelea.

—Exacto —añadió Maddox—. La vida tiene dos opciones, o nos mata o se rinde y nos deja ser felices.

—En tu caso se rindió —dijo y Maddox sonrió triste.

—Claro que se rindió —añadió Max—. Cualquiera se rinde después de escucharlo lloriquear por los rincones. Hasta la vida tiene un límite.

   Hurs hizo una sonrisa amarga.

—Quiero estar solo —dijo.

—No —respondieron al unísono.

—Yo puedo quedarme —dijo Max—. Mis compromisos sexuales pueden esperar.

—Yo también —dijo Maddox—. Mis compromisos matrimoniales pueden esperar.

—Yo igual —dijo Parker—. Mis compromisos paternales pueden esperar.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Where stories live. Discover now