Capítulo 8

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Scarlett le devolvió el beso sin saber excavaciones por qué sabiendo que era un completo desconocido pero que de alguna manera ese hombre no le daba miedo, o al menos no tanto, le gustaba escucharlo hablar, le gustaban sus halagos, aunque probable...

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Scarlett le devolvió el beso sin saber excavaciones por qué sabiendo que era un completo desconocido pero que de alguna manera ese hombre no le daba miedo, o al menos no tanto, le gustaba escucharlo hablar, le gustaban sus halagos, aunque probablemente lo hiciera por la misma razón que las demás personas pero igual le gustaba y hacía tanto que no era besada por nadie que sin poder evitarlo su corazón se desató en una serie de latidos acelerados y erráticos, sin ritmo no secuencia. Era como si su corazón latiera una vez tras otro sin tomar ni un respiro.

   El beso estaba siendo un beso casto que a ella le supo a un beso simple en que dejaba claro que lo hacía por hacerla sentir mejor.

   Se separó de él casi de inmediato.

—Lo siento —dijo un tanto avergonzado—. A veces soy un…

—No tenías que besarme por lástima —dijo girando el rostro.

—¿Qué? —dijo él.

—Creo que será mejor que me vaya —respondió ella y se puso de pie sin saber a dónde dirigirse.

—Yo no…

—Está bien —lo interrumpió—. Es hora de que vaya a casa.

  Dio unos pasos sin saber a dónde ir pero él la tomó y la guió escaleras abajo en silencio.

—Dame unos segundos, tomo las llaves de mi auto y te llevo —dijo una vez estuvieron en el piso donde vivía.

  Se acercó a su departamento y la hizo entrar antes de ir a su habitación donde dejaba sus llaves comúnmente.

—No quise ofenderte —dijo en cuanto volvió y la vio parada en el mismo lugar.

—No des un beso por compromiso —dijo un tanto molesta—. Es horrible.

—¿De dónde sacas eso? —respondió—. No te besé por compromiso. Te besé porque quise.

—Fue un beso suave —dijo ella—. Como besos de adolescente, eso significa que fue un beso sin nada más que la intención de consolar.

—Nada más humillante que me digan que beso como puberto —dijo enojado—. No sé cuántos te hayan consolado pero yo no voy por la vida dando besos de consuelo a todas las mujeres que sufren una dolencia.

   Hubo un silencio entre ambos en el que no se atrevieron a decir nada.

—Creí que te asustaría si te besaba de otra manera —confesó.

—Porque crees que soy una niña —aseguró más molesta.

—¡Por los bracitos del enano, que no! —gritó perdiendo la paciencia—. Basta verte para darse cuenta de que eres todo menos una niña. No entiendo que es lo que esperabas.

—No esperaba nada.

—¡Ay, por Dios! —exclamó alzando los brazos—. Jamás me había pasado conocer una mujer y discutir la primera vez. Está claro que no se puede contigo.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Where stories live. Discover now