Hurs Waldorf, la bestia, como muchos lo llaman no es mas que un peleador salvaje y regenteador de un casino para el que no hay más futuro que envejecer haciendo lo que sabe y dejar atrás aquello por lo que fue desterrado; sin embargo, los pecados de...
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Los primeros cinco días pasaron para Hurs un poco inquieto, ella no le llamaba y mucho menos le buscaba así que empezaba a creer que no había más y con ello la ansiedad avanzaba, tanto que a diez días de todo eso empezaba a cuestionarse si hacía bien en no buscarla.
Detuvo su auto frente al Hellville y se bajó mientras se preguntaba a sí mismo si debía ir o no. En primera porque creía que si ella no lo buscaba era porque no quería saber de él pero también creía que porque estaba enojada.
Nunca se consideró bueno entendiendo a las mujeres y aunque hacía su mejor esfuerzo solía fracasar como en ese momento donde no entendía ni sabía qué hacer.
Entró al casino como cada noche mientras veía los autos de sus amigos y una vez estuvo dentro se acercó a la sala privada de juegos ahí donde a veces se reunían y donde vio a Max parado.
Entró y se encontró a Parker cambiándose de ropa.
—Hola bebés —dijo mirando su arreglo—. ¿Vas estar en medio de la gente hoy?
—Tal vez bajé a dar una vuelta, a veces me aburro aquí arriba —dijo mientras acomodaba su cabello—. Por cierto tengo una duda. ¿Esta noche si llegó Bella a tu casa envuelta en llanto y arrodillada suplicando perdón?
Hurs hizo una mueca de fastidio ante el comentario pero negó.
—Vaya —dijo Max.
—La chica es lista —dijo Maddox apunto de contar la verdad.
—¿Y qué piensas hacer? —inquirió Parker—. Está claro que no va a buscarte, la pregunta es qué harás tú.
—No lo sé, supongo que nada —respondió.
Hurs agradecía que de una u otra forma sus amigos a pesar de incordiarlo no permitieran que volviera a deprimirse, desde que todo había pasado con su ex novia no tuvo más noticias de ella y tampoco pudo pensar en Polette por pensar en Scarlett y con ello había llegado la tranquilidad al menos en lo que al problema de su hermano concernía pero con lo de la Kannavage, cada vez estaba más confundido.
—Ella no va a buscarte Hurs —dijo Maddox—. Eso está más que claro.
—¿Crees que debo ir por ella? —preguntó y sus amigos se encogieron de hombros al mismo tiempo.
—Eso solo lo sabes tú —dijo Max—, pero no si no vas a hacerlo no andes armando drama si yo hago lo mío. Tú y Maddox son un llorones.
Hurs apretó los labios con desagrado de solo imaginar que Max se acercara.
Era bien sabida su eficacia y a él le molestaba el solo hecho de que se atreviera.
—Deja de incordiar —dijo enojado.
—Puede que no me guste o puede que sí —dijo Max—. Igual voy a fastidiarte, ya sabes para no perder la costumbre.
—Sirve que desvías la atención de Brooke —dijo Maddox apretando los dientes.
