Capítulo 4

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—Mientes —dijo liberándola—

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—Mientes —dijo liberándola—. No tienes ningún hijo y si lo tienes no es mío.

—¿Por que deberá mentir con algo así? —dijo mirándolo de frente—. Lo supe después de tu partida. No supe dónde buscarte, no conté con el apoyo de tus padres. ¿Qué esperabas que hiciera?

—Deshacerte del problema como te deshiciste de mí —respondió con amargura—. No veo cuál sería la diferencia, al fin y al cabo eres experta haciendo eso no crees.

—No quise hacerte daño —aseguró—. Tuve miedo.

—Igual no importa —dijo ofendido—. Me alegra de cierta manera el que hayas vuelto. Te aseguro que vas a sufrir a partir de hoy.

   La tomó del brazo y la arrastró fuera por el pasillo hacia las escaleras antes de que ella le suplicara que la escuchara. Sin embargo Hurs no quiso saber nada. La dejó lo más lejos que pudo de su departamento y volvió donde su primera reacción fue destrozar todo lo que había a su paso de la rabia.

   El cuerpo le temblaba de solo imaginar que eso pudiera ser cierto y que la vida una vez más lo castigará teniendo un hijo con ella precisamente.

   Dejó su departamento hecho un asco después de su arrebato de furia y finalmente se calmó y se tiró sobre el sofá donde se quedó dormido.

***

Despertó con una nueva resaca pero acostumbrado como estaba decidió que sentirse con resaca era el menor de los problemas.

  Se duchó y cambió para ir de nuevo al casino y mientras manejaba pensaba en lo que le había dicho Polette. Si eso era cierto él tenía que tomar una decisión y si no de igual manera pensaba hacerla pagar.

    Se dijo que no lo hacía por venganza, él no era vengativo, pero deseaba limpiar su nombre, estaba seguro de que no podría volver a la ciudad que lo vio nacer sin que sus padres alertaran a la policía.

   Para visitar a su hermano en la tumba tuvo que esperar durante dos años para verlo. Apenas iba a su lugar de nacimiento solo en EU aniversario y volvía a conducir media hora para volver a Londres.

   Aparcó frente al casino y sin más recorrió el mismo camino que llevaba desde hacía años, se metió a su oficina sin siquiera pensar si sus amigos estaban ahí o ya no.

  Max entró y se sentó frente a él. Ya no llevaba la corbata y tenía un trago en las manos.

—¿Qué tal estás? —dijo al ver su rostro.

—Vi a Polette —dijo atrayendo por completo la atención de Max—. No sé cómo diablos averiguó donde vivo.

—¡Perra! —dijo Max—. ¿Por qué diablos no se mueren de una vez?

—Dice que tiene un hijo mío. —Max detuvo el curso de su bebida a solo unos centímetros de su boca.

—Miente —dijo Max—. No puede tener un hijo tuyo. Es evidente que busca algo. No te dejes engañar.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Where stories live. Discover now