Capítulo 55

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Scarlett se quedó mirando el lugar por donde había vuelto antes de que su hermana se acercara a ella y le diera un abrazo mientras ella se soltaba a llorar

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Scarlett se quedó mirando el lugar por donde había vuelto antes de que su hermana se acercara a ella y le diera un abrazo mientras ella se soltaba a llorar.

   Se dejó guiar hasta el auto de Maddox y después partieron hasta su casa donde Maddox las dejó y volvió a irse, supuso que para verlo a él.

—¿Aún está enojado? —Se atrevió a preguntar a Brooke.

—No —dijo sin ahondar—. Eso es lo que dice pero creo que se ha hecho una grieta entre nosotros.

—Siento haberlo causado —dijo pero Brooke negó.

—Fui yo quien dijo cosas que no debía —dijo con un suspiro—. Solo espero que pase un poco lo de Hurs y pueda hablar con él.

—Quiero que él esté bien —dijo mirando al suelo—. Que no pueda perdonarlo no significa que quiera verlo mal.

—De momento debes estar bien contigo misma —dijo con una sonrisa—. Si la distancia es lo mejor, que así sea.

   Las dos mujeres se miraron y se abrazaron antes de cada una ir a su habitación mientras veían a su madre mirarlas desde la entrada de su cuarto.

   Maddox condujo de vuelta hasta la casa de Max, ahí donde habían quedado de llevar a Hurs.

   La casa se alzaba frente a él con un jardín enorme que a Max le gustaba mucho y solo él sabía la razón.

   Vio los autos estacionados ahí y se bajó de inmediato para entrar.

   Una vez dentro miró a Davenport curar a Hurs.

—Deberás atender ese oído —dijo extendiendo una hoja que Melina tomó—. Hay que revisar el daño. A simple vista se ve bien, pero hay que estar seguros.

   Lo palpó desde el cuello y el abdomen, las costillas, cada parte de su cuerpo y después miró a los demás.

—No tiene ni un maldito hueso roto —dijo divertido—. Aunque preferiría que le hagan radiografías para estar seguros.

—Estoy bien —dijo Hurs—. No tengo nada, solo unos pequeños golpecitos.

—Me enerva la gente que echa a la basura tantos años de medicina para minimizar algo sobre lo que no sabe —dijo Davenport—. El médico soy yo.

—Por las canitas del viejito, calma doña remedios —dijo Hurs recuperando su buen humor—. Solo dije eso para que la reina del festival no me regañe.

   Parker comenzó a reír al escucharlo sabiendo que se refería a él.

—Calma ricitos —dijo Parker—. Me debes este golpe y la fractura; deja que tu rostro esté mejor me voy a desquitar.

—El trasero no me duele papi —respondió Hurs—. Si me das nalgadas no me voy a enojar.

—Esas te las voy a dar yo —dijo Max sin darse cuenta de lo que decía.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Where stories live. Discover now