Capítulo 2

102K 8.2K 1.2K
                                    

Hurs miró a la chica frente a sí y por alguna razón no pudo evitar pensar en la jovencita que había atropellado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Hurs miró a la chica frente a sí y por alguna razón no pudo evitar pensar en la jovencita que había atropellado.

   No sabía el porqué llegó a su mente el recuerdo de aquella mañana pero de alguna manera al verla se sintió transportado.

   Sintió que el estómago se le revolvió de solo recordarlo y desconocía la razón por la que ver a esa chica lo había puesto así pero se sentía frío y enfermo de tenerla frente a sí.

—Lo lamento —dijo ella con tono apenas audible.

—Mi hija no ve —dijo una mujer a su lado—. Siento que haya chocado. Yo venía distraída y bueno.

—No se preocupe —dijo él sin poder articular una larga frase.

—Su bebida —dijo la mujer acongojada.

   Hurs miró el piso donde la lata con su bebida se había roto y el líquido se derramaba.

—No se preocupe —dijo sin más—. Es solo una bebida.

—Pero hemos sido las culpables —respondió.

—No se preocupe —respondió de nuevo sin apartar la vista de la chica.

   Se despidió con una inclinación pero la voz de la chica lo detuvo.

—Usted es el amigo del hombre el casino —dijo mientras él se giraba de nuevo a verla—. El amigo del hombre que se ha hecho de la casa.

   La mujer mayor lo observó detenidamente antes de llevarse la mano a la boca en un gesto de verdadero susto.

  Hurs la miró con atención tratando de entender de qué hablaba y solo entonces recordó que ya la había visto antes solo que no prestó tanta atención.

   La chica ciega era otra hija de Albert Kannavage y al darse cuenta de que lo había reconocido se preguntó qué tan cierto era eso de que no veía.

—¿Cómo me has reconocido? —dijo acercándose de nuevo mientras su madre la tomaba de la muñeca y la jalaba hacia atrás—. ¿Cómo sabes que soy yo? Creo que finges no ver para hacerte notar.

—¿Cómo se atreve? —dijo su madre alzando la voz—. Usted como su amigo no tienen compasión.

—Su voz —dijo la chica—. Su olor. No hay nadie que tenga exactamente el mismo olor y la misma voz.

  La observó unos momentos antes de darse la vuelta y dejarlas ahí.

  Caminó hasta su auto donde las vio ingresar a la farmacia y sin saber por qué volvió dentro.

  La chica estaba sola frente a un enfriador. Él se mantuvo a una distancia prudente mientras le miraba y su madre estaba a unos pasos cerca de ella, en otro anaquel.

   La mujer se alejó de ella un poco más sin que su hija se moviera de ahí.

  Hurs se acercó un poco.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)On viuen les histories. Descobreix ara