Capítulo 12

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Se separó de ella unos segundos para verla

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Se separó de ella unos segundos para verla.

Tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos.

—Necesito hacértelo aquí y ahora —musitó dejando que sus labios rozaran los suyos.

Ella no dijo nada, como única respuesta colocó sus manos en el pecho de Hurs y lo recorrió arriba y abajo palpando los botones de su camisa que comenzó a deshacer de inmediato.

Hurs la tomó en brazos y la guió hasta una de las habitaciones. Desconocía si era la de ella o la de alguien más y en ese momento no le importaba a decir verdad.

Colocó el pestillo y después la dejó caer sobre la cama y sabiendo que no tenía muchos tiempo se desvistió a sí mismo mientras la veía a ella hacer exactamente lo mismo.

Ella seguía con la ropa interior que él de inmediato arrancó de un solo tirón, no sin antes y siguiendo el mismo ritual de la primera vez dejó su cartera a un lado de ella.

La escuchó reír.

—Te compraré otra —dijo dejando un beso en su frente.

—Me comprarás mucha, estoy segura de que romperlas muchas más —susurró.

—Toda la que quieras —dijo besando su cuello.

Quería tenerla de nuevo pero recordó que apenas la noche anterior había tenido sexo por primera vez y que tal vez estaba un poco incómoda aún.

Dio un suspiro antes de hablar.

—¿Estás segura? —dijo dejando un beso en su hombro—. Apenas ayer, bueno, ya sabes.

—Cállate y sigue que no tenemos mucho tiempo —respondió tocando su cuello.

Hurs comenzó a reír y de nuevo la besó metiéndose entre sus piernas.

—Voy a ir al infierno —dijo en medio de los besos.

—¿Y no vale la pena? —preguntó divertida.

—Cada maldito segundo —respondió volviendo a besarla.

El beso era largo y profundo, tan profundo que pudo sentir el sabor fresco de su aliento y la manera tan rápida en que lo envolvía en lo que fuera que los rodeará en ese momento.

Para Hurs, la chica era novata pero desinhibida y eso le gustaba. Tal vez porque no veía y porque no era capaz de ver la forma en que él devoraba su desnudez pero estaba claro para él que Scarlett no tenía problema alguno en ser de mente abierta en una cama y eso a él le gustaba y mucho.

Ella no era como las demás chicas, era como si no hubiera perdido la virginidad una noche antes y como si no le interesara una relación y en eso ambos estaban claros.

—Eres preciosa —dijo dejando besos por todo su cuello, su clavícula y sujetando sus manos con las suyas al lado de su cabeza.

Le gustaba besarla y tenía que admitir que le gustaba tocarla y de alguna manera le hacía sentir bien que él era el único que la tocaba.

DOMAR A LA BESTIA (EL CLUB DE LOS DESTERRADOS 2)Where stories live. Discover now