Capítulo 5. "¿Mi padre te está tocando los huevos?"

13.2K 1.2K 263
                                    

(Editado)

Noviembre 10 del 2018.

Cassey.

Estoy jodida.

No estoy segura de la veracidad de esta información, pero según mis cálculos, llevo cinco días aquí atrapada. La habitación huele a mierda, literalmente. Me las he ingeniado para evacuar los líquidos corporales de mi cuerpo. Una asquerosidad. Mi cabello está maltratado por la coleta que llevo puesta y por la falta de atención. Juro por Dios que mi cuerpo tiene una segunda capa de sudor y mal olor.

Soy un asco y estoy jodida.

Nadie ha venido a verme. Una señora regordeta me trae comida tres veces al día y ha sido mi única compañía. Gracias a mis dones parlanchines he logrado averiguar algunas cosas. Lo que realmente me preocupa es mi interés por saber más y resolver todo este misterio.

El señor Dominic está casado con Olivia Giordano, tía de Ian y Rico Giordano. Aunque esto último sigue en proceso de confirmación ya que la señorita Bonnie, quien me hace compañía a la hora de comer, solo me ha dicho que el señor Dominic está casado. Al saber el apellido de la señora Olivia, comencé una hipótesis de un posible lazo familiar entre los chicos Giordano y mi secuestrador.

Por otro lado, Damián tiene un hermano menor, al parecer es pequeño. En la noche anterior, Bonnie entró con un coche de juguete, dijo que era del joven Dimitri. Viendo las raíces de su nombre, deduje que debe ser hermano de Damián, o en su defecto algún pariente. Tienen un serio problema con la letra D. También descubrí que el pasillo en el que me encuentro es donde ocultan a todos los secuestrados, he tenido tiempo de contar seis puertas.

Cada mecanismo de puerta es distinto, el ruido que producen no es el mismo. He descifrado seis chirridos diferentes, lo que me lleva a la conclusión de que son seis puertas. Seis pocilgas de secuestro.

Recibí entrenamiento del FBI, la CIA y la Interpol, tantos años de tortura debieron servir para algo. Además, no tengo más nada que hacer aquí encerrada, seguramente si tuviera algo que hacer nunca habría notado ese mecanismo.

Han pasado cinco días y he reflexionado demasiado. Estoy un cincuenta por ciento segura de que Damián debe tener algún trastorno, puesto que la última vez que nos vimos perdió el control y la manera en la que me reclama como suya es totalmente escalofriante, y excitante, pero no soy una chica calificada para dictar algún veredicto. Solo recibí un poco de estudios para estas situaciones y la verdad no confío del todo en mi teoría. Nunca me habían secuestrado. He vivido bastantes altercados y varios sustos, pero nunca un secuestro; hasta ahora no sé el motivo original de mi captura, necesito más información para llegar a un veredicto confiable.

Observo las líneas abstractas del techo. Al salir de aquí, si es que lo consigo, me chequearé la vista. En mis diecinueve años de vida nunca había pasado tantos días sin usar lentes y cada vez me siento más ciega. He ahorrado por más de cinco años para someterme a la cirugía, aún me faltan dos años para hacerlo, debo tener veintiún años como mínimo. Recemos para que en ese entonces siga con vida.

Algo que me tranquiliza es el no pensar en mis padres. Víctor Jones no ganó el premio al mejor padre del año y mucho menos Elizabeth Cox, mi madre – no sé quién es peor –. Mi hermano será un desentendido, pero soy capaz de dar mi vida por él. Mi padre debe estar haciendo todo un espectáculo en los medios de comunicación debido a nuestra desaparición, me molesta que pueda sacar provecho de la situación, es un imbécil.

Es una sensación extraña lo que me causa estar aquí. Las esperanzas de que me encuentren decaen cada vez más. Dudo del amor paterno de mi padre, no sé si se esté esforzando por encontrarnos o simplemente esté creando una apariencia delante de la prensa. Mi familia se rige por un problema familiar complejo que todavía no tiene solución. La historia que sé es que mi mamá le fue infiel hace bastantes años atrás y al parecer mi padre se convenció de que Nathan y yo no somos de su sangre, y aunque a estas alturas me importa una mierda, de adolescente nos hicimos una prueba cuyo resultado fue positivo, y aún así mi padre dijo que la habíamos modificado; para ese momento tenía quince años y Nathan diecinueve, dos mentes maestras del engaño, nótese el sarcasmo.

RaptadaWhere stories live. Discover now