Capítulo 50. "Juego de cartas"

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Enero 7 del 2019.

Cassey.

Damián nos dejó aquí varados.

- ¡Es un idiota! – golpeo el suelo con mi pie.

- Calma – Nathan come la última galleta de la bandeja –. Si te alteras, no harás nada.

- Pueden tomar mi coche e ir – la abuela ofrece amablemente.

- ¿Cómo demonios supieron lo que iba a pasar? ¿Cómo estaban tan seguros? – pregunto molesta.

Llevo quince minutos intentando contactar con todos y nadie atiende el teléfono. Damián se ha ido como un loco, ni siquiera aceptó llevarnos. Nos dejó aquí, varados a nuestra suerte. ¿Por qué no me dice las cosas? ¿Qué decían todos esos mensajes? Joder.

¿Cómo se enteraron de esto? ¿Qué quiere mi padre? ¡¿Qué demonios está pasando?!

Aunque ellos analizaran todo y controlaran nuestros pasos, no significa que nuestras acciones serían siempre las que ellos plantearon. Está sujeto a posibles cambios, pero efectivamente alguien ha informado sobre nuestros movimientos.

Si Demon está muerto, ¿Entonces quién es el traidor?

- ¿Quién es el traidor? – pregunto, distrayendo a todos – ¿De qué trabajan realmente nuestros padres? ¿De dónde viene el odio hacia los Tremblay?

- Víctor y Daisy Jones tienen bajo su poder la red de sicariato más prestigiosa de américa – responde la abuela sin anestesia.

¿Qué?

Ah, maldita sea. Todo es un desastre.

- ¿Pero qué demonios? – Nathan nos mira – ¿Nuestros padres son asesinos a sueldo?

- Es peor que eso – se lamenta –. Se encargan de torturar, perturbar y asesinar a cualquier persona, sea inocente o culpable.

¿Qué? – digo sin voz.

¿Con qué clase de monstruo he vivido todo este tiempo?

- Han creado su imperio durante más de veinte años – habla triste –. Les mencioné anteriormente que ellos tenían un lazo bastante tóxico, comenzaron un trabajo ilegal y se endeudaron con las personas equivocadas. Justo en ese momento, Daisy quedó encinta de los mellizos – exhala –. Se ocultaron por meses y tuvieron a los niños. Los mellizos crecieron y sus padres los convirtieron en dos profesionales del engaño y del asesinato, cuando apenas tenían cinco años. Las cosas se complicaron al tener a su tercer hijo, Nathan – evade nuestra mirada –. La situación en ese entonces estaba tensa, así que decidieron unirse a la justicia para poder pasar desapercibidos. Se obsesionaron con la idea de manipular a las personas. Así que se mudaron a América y crearon la fachada Jones – una lágrima baja por su mejilla –. Seguidamente, nació Cassey y decidieron dejarla con Nathan – sonríe desganada –. Por último tuvieron a Richard, él a diferencia de todos, lo dejaron a cargo de su hermana mayor y crearon la fachada Anderson. Crearon toda esta mentira para poder manipular las cosas a su antojo, no querían involucrarlos a todos en el negocio.

- ¿Pero qué mierda es esto? – habla Nathan molesto.

- Es imposible, ellos pasaron a ser unos padres desconectados cuando tenía doce años, es imposible que...

- Todo fue mentira – me interrumpe Richard –, todo fue una cuartada. Les hicieron creer que eran padres desinteresados, los maltrataron física y psicológicamente para forjar una personalidad errática. Los psicópatas se hacen, no se nacen. Por eso ellos querían forjarles sus propias personalidades, para poder moldearlos a su gusto.

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