Capítulo 44. "Fuera de control"

6.4K 660 226
                                    

Diciembre 31 del 2018

8 P.M. Seis horas del secuestro.

Cassey.

Estoy segura de que ahora sí quedé ciega de por vida.

Han pasado horas desde el secuestro, todavía no puedo respirar por la nariz, siento la cara quemada y no puedo abrir los ojos. Ese gas pimienta acabó con la poca vista que tenía, lo cual me tiene preocupada, no puedo quedar ciega en estos momentos.

Mi cuerpo está entumecido, mis piernas están acalambradas y mis brazos rígidos. No han quitado los nudos que envuelven mis extremidades, así que me siento totalmente indefensa en esta posición. Al menos tengo puesto mi vestido y los tacones, no debo preocuparme por abusos. Eso tiene mi cabeza dando vueltas, un posible abuso en este tercer secuestro. Realmente no soportaría otro altercado de esa magnitud, solo con pensarlo mi cuerpo se contrae de miedo.

Lo positivo es que mis ojos ya no arden mucho, juro que sentí que estaba llorando sangre, pero el ardor ha disminuido lo suficiente para intentar descansar mi rostro. Aunque, mi cara arde como si me hubiese quemado el mismísimo Lucifer, es más insoportable la piel que los ojos.

Esto apesta.

Es mi tercer secuestro en casi tres meses, la vida es una perra ¿Qué hice para merecer toda esta mierda? Ni cuando mi padre bateó mi cabeza fue tan doloroso como ese gas pimienta. Esto me pasa por salvaje ¿Qué me costaba dejarme secuestrar tranquilamente? Pero no, tuve que actuar como una salvaje y defenderme como un puma rabioso.

Magnífico.

Mis tres sentidos intactos se colocan en alerta cuando escucho una puerta abrirse. Escucho un forcejeo, un gruñido y un fuerte golpe.

- ¡Hijo de puta! – distingo su voz de inmediato.

- ¿Violetta? – pregunto insegura.

- ¡Cassey! – exclama – ¡Mierda!

Al parecer se arrastra por el suelo, porque no distingo ninguna pisada. Sus manos tocan sutilmente mi rostro, no duele pero si arde, así que alejo mi rostro de sus manos. Comienza a desatar mis piernas y mis brazos, una ola de alivio recorre mi cuerpo al sentirme libre. Estiro mis brazos, mis piernas y mi cuello – Dios, me duele hasta la pestaña –. Violetta me ayuda a recostarme en la pared, las náuseas y el mareo siguen estando concentrados en mi estómago.

- ¿Puedes abrir los ojos? – pregunta cerca de mí.

- Lo intentaré.

Lentamente abro los ojos, el ardor y la picazón se hacen más fuertes. Al principio todo se ve oscuro, pero de una forma muy lenta comienzan a llegar colores, figuras y manchas. Gimo al sentir pinchazos en mi córnea – Joder –, parpadeo soportando el dolor. Recuesto mi cabeza en la pared, y espero varios minutos a que mi vista se acople a la realidad. Evidentemente hay un daño porque no puedo distinguir ni el techo, cosa que con mi miopía no sucedía.

- Espera unos minutos – Violetta acaricia mi cabello –, te rociaron demasiado gas pimienta. Los efectos pueden ser peores al abusar del gas, debes esperar unos minutos para ver si tu vista se acomoda.

- ¿Crees que vea como antes? – pregunto algo ahogada. Todavía me cuesta respirar.

- Usaron mucho – se lamenta –, pero tus lentes recibieron más líquido que tus ojos, así que lo más seguro es que puedas recuperar tu vista – siento que se inclina más cerca –. Hay agua aquí – informa –, te lavaré la cara, el efecto no debe ser tan contraproducente, ya han pasado horas desde el ataque.

RaptadaWhere stories live. Discover now