Capítulo 14. "Un encuentro misterioso"

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(Editado)

Noviembre 22 del 2018.

Cassey.

Tienes 4.2 de miopía y 4.5 de hipermetropía - informa el doctor haciéndome suspirar.

- Joder, mi hermanito tiene un 0.35 y me maree al usar sus lentes – comenta Damián – 4.2, mierda – me observa directamente a los ojos.

- Estaba en 3.0 de miopía y 4.0 de hipermetropía – explico cansada –, pudo ser peor.

- Vaya, ha subido bastante – anota el doctor –. Alguna sustancia debió desencadenar el problema en tus ojos y tuvo una reacción fuerte – me pasa una hoja –. Te mandaré hacer exámenes de sangre, alguna sustancia está teniendo ese efecto en ti debemos saber cuál es. Sube al segundo piso, ahí te realizarán el estudio.

Salto de la camilla y salgo del consultorio, camino con Damián a un lado y tomamos el ascensor.

- Lo lamento – rompe el silencio, levanto un poco la mirada desconcertada ¿Y este por qué se disculpa? –, no debí secuestrarte, por mi culpa tienes más problemas de vista – eso no me lo esperaba.

- Tranquilo – respondo despreocupada –, en realidad no sabemos con certeza qué sustancia hizo este efecto secundario en mí.

- Pero las únicas sustancias que están en tu organismo son los sedantes.

- Según tú – sonrío desganada –. Damián, realmente no me conoces, nuestra historia comienza justo en el momento de mi secuestro, antes de ello hice muchas cosas – suelto aire –. Esperemos los resultados, ya después podemos ver quién es el culpable, pero acepto las disculpas del secuestro.

Realmente no me sorprendería saber que alguna droga ocasionó mi desastre de vista. Desde que tengo uso de razón he utilizado lentes. Comencé con un 1.0 de miopía, cada año aumenta un poco más. He pasado horrores en mi vida y la verdad no me avergüenza admitir que tengo un serio problema con las drogas, cualquier sustancia que altere mi sistema es bien recibida.

Los medicamentos de Rico han funcionado como placebo, pero es cuestión de tiempo para que mi cuerpo comience a sentir los síntomas de la abstinencia. De solo pensarlo, siento ansiedad.

Sólo tengo dos opciones: Intentar dejar las drogas o buscar la manera de obtener más.

- ¿Cassey?

- ¿Si? – me volteo hacia Damián.

- Estuviste quince segundos ida – señala el pasillo, el ascensor llegó al segundo piso.

- Oh – es lo único que respondo, saliendo de la cabina. Sigo los carteles y llego a un consultorio.

"Banco de sangre"

Toco la puerta y rápidamente la abren. Recorro con mi jodida vista el cuerpo masculino vestido con uniforme clínico, llego hasta su rostro y lo distingo. No me la contés. Santa mierda. Mi boca se abre en forma de O sin poder salir del shock.

Hay que tener mucha mala suerte para que esto suceda y obviamente yo la tengo.

Una punzada de angustia se instala en mi pecho y automáticamente tomo la mano de Damián. Trago grueso y comienzo a sentir el sudor por mi espalda. Los ojos del chico se agrandan, su rostro palidece tanto como el mío. La angustia pasa rabia y las ganas de golpearlo vencen el miedo de ser encontrada.

Bendito sean los Dioses y que se apiaden del chico.

Jase Miller me observa consternado y juro por Dios que quiero matarlo.

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