Capítulo 49. "Las marionetas de Víctor"

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Enero 7 del 2019.

Cassey.

- Necesito que apaguen los celulares – Richard toma el suyo y lo apaga –. No podemos correr el riesgo de que nos monitoreen.

Damián me observa desconfiado, pero lo hace. Apaga su celular y lo coloca en la mesa, Nathan y yo hacemos lo mismo. La abuela Abi vuelve a traer galletas en una bandeja, nos da una a cada uno y nos sirve un poco de té. La desconfianza de que pueda tener alguna sustancia como veneno o somnífero me angustia, pero no demuestro ninguna de mis emociones. Miro de reojo a Nathan, está comiendo una galleta y tomando de su té. Luego observo a Damián, que está igual de precavido que yo.

Que sea mi abuela no significa que esté de nuestro lado.

Esa lección ya la aprendí con mis padres.

- ¿De qué va todo esto? – hablo, rompiendo el hielo – Debo suponer que eres nuestro hermano, ¿Cierto? – Richard exhala, pasa las manos por su rostro y vuelve a mirarnos.

- Su parecido contigo, supera nuestro parentesco – Nathan frunce el ceño –, eso me desagrada – chasquea su lengua –. Creo que estoy teniendo celos, no me gusta que se parezca a ti – cruza sus brazos.

- Tienes que vivir con eso, Nathan – palmeo su hombro.

- Lo soy – afirma Richard–. Soy el menor.

No me sorprende, luego de ver el parecido entre nosotros y ver que la abuela está de su lado, no me impresiona. Me sorprende es que se haya contactado con nosotros. Es difícil entender sus intenciones.

Discúlpenme si desconfío, pero ya saben que mis padres han mentido en todo y estamos en tremendo desastre por culpa de ellos.

- ¿Qué quieres de nosotros? ¿Conoces a los demás? ¿Qué sabes de Víctor? ¿Qué...

- Tranquila, niña rebelde – la abuela me calma –. Mi hijo ha creado un desastre familiar y solo queremos ayudar.

- ¿Por qué? – Nathan deja la taza de té en la mesa – ¿Por qué ahora?

- Porque queremos detener todo este desastre – Richard parece cansado –. No tienen idea de lo malvado que es Víctor, alguien debe detener su imperio.

- Créeme – digo –, tenemos una clara idea de eso.

- La abuela puede contarles el comienzo – Richard la mira, dándole un asentimiento con la cabeza.

- Víctor siempre fue un niño problemático – Abi toma una galleta –. Tuvo una infancia dura, los niños en el colegio le hacían bastantes maldades porque era diferente a ellos. Víctor se la pasaba haciendo dibujos terroríficos sobre sus compañeros – exhala –. Pero su verdadera sentencia la firmé cuando me casé con Alan Jones.

- No estoy entendiendo – Nathan parece confundido – ¿El apellido Jones no es nuestro biológicamente?

- La verdad es que no. Tuve a Víctor siendo muy joven – explica –, pero su padre biológico murió cuando era un bebé. Luego de dos años, conocí a Alan, me enamoré y nos casamos, pero Alan no venía solo. Tenía una niña de tres años en ese entonces.

Madre mía.

Que no sea lo que estoy pensando.

- Alan tenía a su cargo a la pequeña Daisy, así que al formar la familia, tomamos la decisión de cambiarle el apellido a Víctor. Así ambos niños crecerían como hermanos y nos ahorraríamos una explicación – nos observa –. Volviendo al comienzo, él era un niño extraño y en su colegio eran bastante groseros. Asocié su comportamiento extraño con los malos tratos que recibía. Lamentablemente, todo se complicó en la adolescencia – toma otra galleta –. Había una fuerte atracción entre Víctor y Daisy, lo cual me tenía bastante desconcertada, porque eran hermanastros. Fui una ciega, la verdad. No detuve a tiempo el lazo tóxico que ellos crearon, cuando me di cuenta ya era demasiado tarde para hacer algo.

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