CAPITULO 9 - DE TI SEGURO ME CANSO

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CAPITULO  – 9

DE TI SEGURO ME CANSO

Intento concentrarme en la clase, pero no logro sacar de mi mente las palabras de mi amiga.
"Hay mucha gente que quiere verla caer y te conviene no estar ahí cuando suceda"
¿A qué se refiere? ¿Quiénes quieren dañar a Lena? 
Por su comportamiento, por su expresión al verla, creo que Fiona no solo tiene información, sino que también está involucrada.
Levanto la mirada y la observo. Parece muy concentrada en el profesor y en sus apuntes, pero luego de unos minutos, noto que saca nuevamente la cajita de su cartera y toma otra pastilla azul. ¿Qué son esas pastillas? Fiona se da cuenta de mi escrutinio y finge indiferencia volviendo su atención al profesor. Sigo su juego apático, busco mi celular y reviso los mensajes. Alex me ha escrito en la mañana enviando una foto de ella con una revista cerca de su rostro.  En la portada salgo yo. ¡Mierda! Alex dijo que la edición saldría pronto, pero no esta semana. Pensé tendría más tiempo, más espacio para suavizar la reacción de mi padre. Me llega otro mensaje con el link para verla en formato virtual. Ingreso y espero que cargue. En la fotografía, tengo el cuello estirado hacia atrás, el cabello suelto y revuelto con una expresión serena y hasta casi seductora. Dejo atrás mi foto, como si con ello pudiese dejar también atrás la imagen del Senador Farrell. Deslizo el dedo por la revista virtual para ver el resto de las imágenes hasta llegar a un rostro familiar. Es un retrato en blanco y negro donde solo se ve el rostro de Lena con el cabello recogido. Pero son sus labios los que llaman mi atención. Lena muerde su labio inferior con fuerza mirando a la cámara. Recuerdo la forma en que me vio, su expresión, sus ojos. ¿Sentirá lo mismo que yo?
-¡Señorita Farrell! –exclama el profesor enojado –Usted sabe las reglas en mi clase. -Miradas nerviosas y otras burlonas terminan por mortificar mi día. Asiento con la cabeza y él sigue con el temario de puntos que entrarán en el examen final. Los segundos pasan,  se transforman en minutos, luego en una hora, hasta que el sonido de la campana inunda la sala. Me levanto e  intercepto a Fiona antes de que logre salir.
-Fiona, espera, tenemos que hablar -digo al esperar que todos salgan de la sala. La observo tratando de descifrar sus expresiones. Finalmente cede y suelta el aire.
-No quiero que salgas lastimada. Si él descubre que Lena está interesada en ti... -Se calla antes de terminar la frase. -Te puede utilizar para dañarla a ella.
-¿Quién? ¿Quién quiere dañar a Lena? -Pregunto apresurada.
-Solo... mantente alejada. Lena es una persona tóxica que ha hecho mucho daño y ha ganado muchos enemigos.
-¿Lena te lastimó? ¿Por eso la odias?
-Lena me humilló, y merece ser humillada de la misma forma, y no quiero que te veas involucrada. Solo... Aléjate de ella, ¿sí?
Quiero decirle que ya es muy tarde para eso, pero sé que no debo.
-Si algo está sucediendo, puedes contar conmigo. Puedes decírmelo y juntas podemos resolverlo.- le digo sujetando sus brazos.
-Ya es muy tarde para mí -dice repitiendo las palabras en mi mente. Fiona saca de su cartera otra pastilla y se la lleva a la boca. -Para la cabeza -se apresura a decir. -Cuídate
Emma -Murmura soltando mi agarre y saliendo de la sala.

(...)

Al salir del edificio, siento  el aire fresco golpear mis pulmones, y en un intento por liberar mis emociones, respiro varias veces, inhalo, exhalo. No puedo darme el lujo de tener un ataque de pánico.
-¡Ey Emma! – Escucho la voz de Gustavo antes de sentir su abrazo por atrás de mi cuerpo. Me volteo y encuentro su enorme sonrisa.
-¿Cómo estás? – Le pregunto tratando de sonreír.
-Quizás no tan bien como tú –Saca su celular de su pantalón, aprieta un par de veces la pantalla, lo da vuelta  hacia mí y varias imágenes  en Instagram de Lena y mías aparecen.
-Coincidimos y me trajo a clases -Es una verdad a medias, pues de coincidencia no hay nada. Lena lo ha planeado. -¿Me acompañas a comer algo? No he desayunado. -No daré más detalles y él parece aceptarlo.
Asiente con la cabeza y caminamos juntos hacía el casino.  Veo mi celular para ver la hora. Lena debe estar por llegar. Quizás no fue buena idea pedirle a Gustavo que me acompañe.
Trato de escaparme, pero insiste en desayunar conmigo. Me compra un café y un muffin y una vez sentados en el casino, empiezo a ser consciente de las voces a nuestro alrededor.
-"Ey, ¿No es la chica que estaba con Valachi hoy?"
-"Sí, creo que es ella"
-"Lena tiene juguete nuevo" – murmura una de las chicas.
Trato de no hacer caso a los comentarios, pero de igual forma logran afectarme.
Mi amigo me observa y se da cuenta de mi disgusto. Se gira en su asiento y enfrenta al grupo a nuestro lado.
-¿No tienen mejores cosas que hacer? – les pregunta a todos. Su valentía me sorprende y agradezco que intente defenderme. Ellos se ríen, humillándolo ahora a él. ¡No!
-Si tienen algo que decirme, háganlo directamente – les recrimino levantándome de mi asiento y afrentándolos.
-De hecho, sí, ¿Qué tal es Lena en la cama? –pregunta un chico aun riendo -La vi una vez en una película y dicen que le gusta rudo. Tú no pareces la clase de chica que juegue a eso... ¿o si? – Lo último lo dice con una expresión asquerosa y morbosa en el rostro. Trato de tranquilizarme y no caer en su repulsivo juego. ¿Por qué todos asumen que me acuesto con ella?
-De seguro se cansa rápido de ti –agrega otro chico entre risas burlonas.
Alcanzo a agarrar una manzana para tirársela, pero soy justo detenida por una voz ronca con un acentuado acento extranjero.
-De ti seguro me canso –responde Lena con risa macabra. Se acerca y mira al chico de arriba a abajo. –No durarías ni diez minutos conmigo –agrega profundizando su acento italiano. Se apodera por completo de la situación.
-Yo... ehh.. –balbucea el chico retrocediendo un par de pasos cuando Lena se acerca y rodea mi cintura con su brazo izquierdo. Se asegura de que el resto del grupo note el gesto. Creo que el chico dirá algo, pero la compañera a su lado niega con su cabeza evitándolo.
¡Wow!
-¿Vamos? –me pregunta en calma, olvidando toda existencia del chico. Miro hacía Gustavo y veo que sonríe complacido. Lena toma con su mano libre la manzana en mis dedos, mi gran arma mortal de defensa, y la coloca nuevamente sobre la mesa.
-Debo ir a mi siguiente clase –dice Gustavo angustiado al recibir una notificación en su celular.
-Tranquilo –me suelto de Lena y lo abrazo con cariño. Él me devuelve el abrazo. Miro hacía la modelo y una expresión de disgusto se dibuja en su rostro.
¿Ah?
Mi amigo sube las escaleras que separan el casino con la puerta de salida. Da media vuelta y hace un gesto de paz con sus dedos. Le devuelvo el gesto riendo.
El bullicio de los estudiantes en el casino sigue latente, de hecho, mayor al recurrente a pocos minutos antes de iniciar un nuevo bloque de clases. Veo a nuestro alrededor y advierto que el enfrentamiento con el chico no ha pasado desapercibido. Lena también lo nota y frunce el ceño disgustada con la situación. Un ligero temblor envuelve mi cuerpo cuando Lena vuelve a toma mi mano y me obliga a seguirla en dirección opuesta. Le encanta tomar mi mano.
-¿A dónde vamos? –Ella no responde y me guía por varios pasillos del sector de Rectoría. Algunas secretarias nos miran intrigadas, pero al darse cuenta que es Lena, no se oponen a que sigamos. Está tan acostumbrada a conseguir lo que quiere, tan acostumbrada a romper las normas. Es un rasgo muy atrayente de su personalidad, más para alguien que jamás se ha atrevido a ser así.
-¿Cómo sabes de éste lugar? –le pregunto cuando ella cierra la puerta de una sala casi vacía. Hay algunos libros en el suelo, un escritorio de madera, un sillón bastante usado y un cuadro de Hillary Clinton. Ella asumió el año 2020 el cargo de rectoría. La pequeña oficina parece estar sin uso desde entonces.
-Estudié en ésta Universidad, ¿Recuerdas? Tiene varios sectores alejados de miradas intrusas. –su sonrisa desaparece y mi mente traicionera me castiga con imágenes de Lena con otras mujeres escapando del bullicio de los estudiantes. Por eso conoce este lugar.–No me mires así –ordena con voz ronca y alejando con delicadeza el cabello de mi rostro. Un suspiro traidor sale de mis labios al sentir sus dedos rozando mi piel.
-¿Mirarte cómo? –le pregunto apoyando mi rostro en su mano. Lena cierra los ojos y noto que también le afecta el contacto. -¿Cómo te miro Lena? -vuelvo a insistir.
-Supongo ya has leído sobre mis adicciones.  -afirma apartando su mano. Su ánimo ha vuelto a cambiar. Es tan errática, tan intensa. Parece sorprendida cuando le digo que sí.
-Y aceptas estar cerca de mi... ¿Te habrás saltado la parte en que mi padre es un traficante violento y abusador o la parte donde soy adicta a la Heroína? - Mi corazón se contrae ante la crudeza de sus palabras, ante la rigidez de su cuerpo que sé trata de disimular. Quiere alejarme.-Nunca traje a nadie a esta sala y si insistes en saber, venía a drogarme. En ese sillón -lo apunta con su dedo -Pase varias tardes evitando volver a casa.
-Lena... -digo arrepentida por insistir. Quiero consolarla, pero se aleja de mi alcance. Se queda en silencio. Camino hacia ella, pero vuelve a retroceder. No me doy por vencida y me acerco hasta que es detenida por la puerta. Lena deja caer su espalda , levanta la mirada, sus ojos envueltos en largas pestañas. Veo una fragilidad que amplifica todos mis sentidos. Los cierra y se permite respirar varias veces, sabiendo que tengo toda mi atención en ella. Es un instante de inestabilidad emocional, y me está permitiendo ser partícipe de el. Descubrir lo que hay bajo esa gruesa armadura de frialdad y control. Quiero abrazarla, quiero envolver mis brazos en ella, y sentir, sentir por primera vez, que soy suficiente, que soy capaz de proteger a alguien tan fuerte como ella.
Lena se da cuenta de su propia debilidad, y al segundo, su espalda se endereza, cambiando por completo la posición y rigidez de su cuerpo. Y lo entiendo, si yo me recompongo perdiendo el control por medio de lesiones, ella lo busca para componerse. Para no sucumbir en la debilidad, para no sucumbir en el descontrol.
Pero ha sido un momento, un instante en que los roles han cambiado. Que he sido yo la fuerte, que he sido yo la segura y decidida. Me ha gustado. Lo he disfrutado.
¿Y si...?
-No sigas acercándote –ordena en voz baja y ronca cuando me arrodillo a su lado.
-Quiero hacerlo –respondo gracias a los aun vestigios de confianza.
Sé que necesita volver a tener el control para sentirse realmente bien, como yo al perderlo para calmarme. Ha sido diferente, y quiero más, quiero seguir.
Pero ésta vez, ella está preparada y se mantiene en la misma posición, expectante, compuesta y lista. Lena se adelanta y acerca su mano a mi mejilla. La unión con mi piel hace que suelte el aire contenido y que mi cuerpo tiemble. Ella sonríe, y sé que se debe al efecto que sin palabras, ha ejercido en mí, como remarcando cuáles son los verdaderos roles.
-No lo creo piccola –dice en un lento murmullo que estremece hasta el último rincón de mi cuerpo. Con una mezcla entre resignación y felicidad, me dejo caer sobre el suelo y quedo sentada a su lado. Inundada aun con aquella nueva sensación de confianza, suelto el tirante de mi bolso y entrelazo nuestros dedos en un tierno agarre.
-Debes tener muchas preguntas –afirma con una expresión seria, pero tranquila.
-Ni te imaginas –digo entre risas. Aligerando el ambiente. Ella sonríe en reacción, pero luego vuelve a su expresión seria.
-Es más complicado de lo que piensas, mucho más complicado –dice con sus ojos fijos en los míos. –Y no puedo darte más que esto. –agrega con la expresión triste señalando nuestras manos unidas.
Cómo decirle que esto, es mucho más de lo que pensé tener con cualquier persona. Cómo decirle que por primera vez, siento confianza, siento fuerza, siento más allá del dolor, más allá de la necesidad de correr lejos de mis problemas, de querer sentir sin reprimir mis emociones. Lena deja caer su cabeza hacía atrás, su cuello queda expuesto y descubro un tatuaje de 3 puntos negros justo bajo su oreja izquierda. Ella se da cuenta, la comisura de sus labios descienden con un pequeño temblor.
-Uno por cada año que me he mantenido limpia. -murmura sin abrir los ojos. Mi mano derecha asciende hasta el sector y toco cada pequeño punto, un suave jadeo se escapa de su garganta sin interrumpir mi exploración. Subo por su rostro, hasta llegar a una gruesa cicatriz sobre su ceja derecha. -Un accidente de auto -Su voz se corta más que nunca, y esta vez, detiene el contacto.
Quiero saberlo todo de ella. Quiero conocer cada cicatriz, cada tatuaje, su infancia, sus miedos, su envolvente intensidad. Quiero pretender que puedo separar a la socia de mi padre con la mujer que conocí en el estudio de Alex, con la mujer que no ha dejado de provocar estragos en todo lo que pensé era necesario en mi vida, que pensé nunca podría experimentar con otro ser humano.
-¿Te puedo hacer una pregunta no relacionada a nuestras familias? – Lena abre los ojos y sus cejas se levantan. Me mira con gracia.
-¿Tienes una lista de preguntas?–se burla con una suave risa. Me gusta ver esa expresión en su rostro, es real, es honesta y risueña.
¿Cómo hemos llegado a esto? A estar en una oficina vacía sentadas en el suelo, con el tiempo detenido, pasando de una emoción a otra, de la tensión a la risa. De la confrontación a las respuestas. Creo que ninguna lo pensó, creo que también se está dejando llevar, sin ser parte de un plan. Quizás he creído muy rápido en sus palabras, quizás he caído muy fácil en su fuerza, en su energía, pero no quiero detenerme, no quiero volver atrás. No puedo.
-Prometí explicarte algunas cosas, y lo haré, no deshago mis palabras, pero... -Se detiene, indecisa a si seguir o no.
-¿Pero qué Lena? – Tengo todo el cuerpo en tensión a su próxima frase. Sé que es importante. -Lena.... -La animo a continuar.
-¿Me puedes esperar? ¿Me puedes dar más tiempo?  - Sus preguntas escapan de sus labios en solo una respiración. Lo dice rápido y ahora sin vacilación. Lena me mira directo a los ojos, lo ha hecho muchas veces antes, pero ahora, se ven diferentes, se ven entregados, una entrega que raya el límite de lo normal para dos personas en nuestra situación. Si antes creí ver fragilidad en ellos, estaba equivocada, pues fue una fragilidad involuntaria, pero ahora, sé que Lena está por completo consciente que sus barreras no están levantadas, y eso, para mí, es por lejos más valioso. Para una mujer que ejerce tanto control sobre sus acciones, sobre sus emociones, que decida de ésta forma, dejarme ver todo en ella, es, es, es rendirme a entender qué está sucediendo, es aceptar sus secretos. Es aceptar que no sabré -por ahora- qué contiene la famosa Carpeta Roja. No saber de quién es el examen médico que Lena está usando contra mi tío y padre. Nuevamente me pregunto si estaré siendo demasiado ingenia, demasiado fácil de convencer, pero la respuesta sigue siendo la misma
¡Déjate llevar!
¡Déjate sentir!
-Sí. - murmuro. Dos letras que sé lo cambian todo.

TRAS LAS HUELLAS DE SU NOMBRE - (Girl x Girl)Where stories live. Discover now