CAPITULO 1 - LA CARPETA ROJA

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CAPITULO 1.-
"LA CARPETA ROJA"

POV LENA
(Point Of View Lena Valachi)

Irlanda del Norte.
Septiembre, 2021

Me detengo en la entrada y observo mis manos, el ligero temblor de mis dedos que ansían agarrar el sobre oculto en mi bolsillo.  No lo tomo, y acerco en vez el dedo índice a la huella dactilar. El aparato lo inspecciona y muevo mi rostro para que el lector lo reconozca. De inmediato, la puerta de acero se abre.
Cinco años desde aquellos exactos movimientos. Cinco años desde esa noche, con manos sucias, ensangrentadas y pisadas tambaleantes.
Entro a la casa adosada de cuatro plantas, que desde el exterior parece abandonada, cubierta de enredadera verde y un camino maltrecho sin señalización. Nadie sospecha que a media hora de Belfast se refugia el Clan Valachi. 
-Señorita Valachi– saluda uno de los cuatro guardias cubierto de armamento militar.
Sin responder, sigo por el pasillo iluminado y diviso varias cámaras en cada esquina acompañadas por detectores de movimiento. El interior de la guarida destaca por su madera lisa y muebles de estilo anglo-irlandés. Paredes cubiertas de retratos familiares, armas de fuego, pistolas silícicas antiguas muestran una historia de dolor, de batallas, de éxitos y muertes.
-¿Está en su oficina? – le pregunto a otro escolta, quien hace una seña para que avance a la siguiente puerta. Hay cuatro de ellas antes de llegar a mi destino. Cuando llego hasta la última, me encuentro con otros dos hombres armados con el rostro cubierto con banderines de color verde, blanco y una mezcla de naranjo con rojo, representando las banderas de Italia e Irlanda. 
-Abran ya. –se miran, reticentes a cumplir la orden. Un tercer guardia aparece haciéndoles un gesto para que obedezcan. Uno de ellos aprieta un botón de su arma y las puertas se abren. Ingreso, y de inmediato lo veo.
-Ciao Lena – Exclama con un marcado acento Italiano.
-Padre – le respondo, y camino hacia uno de los sillones de cuero negro. Lex Valachi se levanta y se acerca. Me observa con ojos críticos.
-Estás limpia. –Ataca con voz maliciosa. No le respondo. Sé que pretende desestabilizarme.
-Vengo a devolverte esto. –Dejo caer sobre su escritorio la bolsita trasparente y plástica. Mis dedos danzan por volver a tomarla, por volver a guardarla en mi bolsillo.
-De mis mejores productos - responde.  Toma la heroína para inspeccionarla y luego la deja con suavidad justo al borde de la superficie de caoba. Camino hacia él, miro la bolsita y respiro para controlar necesidades recientemente reprimidas.
645 días para ser exacta.
-Un dulce mensaje para visitar a tu abandonado papà –exclama con una cruel sonrisa ladeada – O un recordatorio por antiguas deudas –agrega acortando la distancia entre ambos y obligándome a retroceder hasta chocar con el sillón.
-¿Por eso tanta insistencia? ¿Venir por eso? –pregunto enderezando la postura en un falso intento por recobrar el control.
"Viviendo día a día;
disfrutando de cada momento;
sobrellevando las privaciones como un camino hacia la paz.
-Las cosas están cambiando –responde interrumpiendo el mantra mental. Lex se apoya sobre el escritorio, pero sin ocultar la bolsita de plástico con su cuerpo. Observo a mi alrededor y dudo en sus palabras. Todo sigue igual. El lúgubre aspecto de su oficina, las fojas de billetes sobre el escritorio, el puro apoyado en una esquina, el retrato de mi abuelo, un reconocido mafioso siciliano cuelga son expresión soberbia en el rostro. Después de todo, él logró el Imperio que hoy maneja mi padre en Irlanda. Fue de los pocos mafiosos Italianos que durante la década de los 70 decidió no ir a Estados Unidos y aprovechar la desesperación de un país económicamente necesitado como Irlanda.
Mi abuelo vio una oportunidad, vio la posibilidad de concentrar el monopolio de la distribución de Cocaína y Heroína sudamericana en Irlanda. Logró incluso el control de la White Hand Gang y toda la exportación a Reino Unido y más tarde a Europa Continental. Desde entonces, ninguna banda en Europa se ha atrevido a enfrentar al gran Clan Valachi. Mi familia.
-Figlia –Exclama al llamar mi atención. Un repentino asco me inunda al escuchar la palabra "hija" en Italiano con aquel falso tono preocupado.
"acepta este mundo impuro tal cual es
y no como yo quisiera que sea ",
Las palabras de la plegaria de la serenidad se encuentra ya tan alojada en mi mente, que casi son recitadas sin mi consentimiento, sin realmente pensar en ellas.
-Pronto necesitaré que cumplas tu parte del trato. - agrega tomando la bolsita entre sus dedos y ladeando la droga en un hipnótico movimiento.
-No soy de utilidad para el Clan. – digo tranquila.
Los primeros 16 años viví a las afueras de Sicilia con mi madre en una casona victoriana rodeada de la mafia que mi abuelo dejó en Italia. Tuve profesores particulares, una educación financiera enfocada en manobrias de tráfico, clases de Inglés y Español. Cada aspecto de mi vida controlado y dirigido al aprendizaje del negocio familiar, escondida del mundo, apartada de las luces. Pero cuando mi madre murió en una sobredosis, Lex uso el momento para traerme a Irlanda, no le importó mi sufrimiento, no le importó mi soledad, solo controlarme sin distancia, sin los pequeños escapes que logré durante mi adolescencia. A los 19 años mi padre permitió, por primera vez, que asistiera a clases en la Universidad de Queen's of Belfast. Me permitió tener interacciones, sociabilizar con gente normal, con gente que no estaba en el negocio familiar. Duro poco menos de un año mí controlada libertad. Pronto descubrí que asistían hijos de importantes políticos Europeos que él necesitaba tener cerca. Mary McAlesse, antigua presidenta de Irlanda, fue alumna. También Dian Faulkner, primer ministro. Tuvo sentido. Después de todo, uno de los puntos fuertes del Clan Valachi es, justamente, sus relaciones internacionales. Mi familia cuenta con redes criminales en Italia, Holanda y España. Que su hija asistiera a una Universidad con esos contactos, no fue más que otra maniobra. Con lo que no contó en su estrategia, fue que me abrió un mundo de alternativas, de personas como Sara, de personas que entendí podía usar para salir de su Reino.
Ella me presentó a Oliver, su novio y un reconocido Agente en la industria de la moda y la actuación. A los 21 años, conseguí una carrera pública con su ayuda, con sus contratos de publicidad logré salir de las sombras, del anonimato. Es imposible que ahora me pida formar parte del oculto Negocio familiar. No puede integrarme. No puede luego de todo lo que he conseguido. Simplemente no puede.
Mi padre ríe de forma forzada y su risa resuena por la habitación volviéndome al presente.
-Mio cara Lena – murmura antes de acercarse, cerciorándose siempre de dejar la bolsita con la Heroína a plena vista. –¿Crees que tu infantil juego de pasarelas y diseñadores me perjudica en algo? – me observa divertido, disfrutando la situación. -¿Por eso vendes tu tiempo? ¿Por eso vendes tu privacidad? –Toma el puro y lo enciende produciendo un envolvente humo. -Pareces una puta.
Por un segundo, lo miro llena de ira, pero me doy cuenta y cierro a tiempo los ojos para  impedir que perciba el efecto que sus palabras producen en mí. ¡Conservar el control! ¡Proteger el dominio sobre mí misma! ¡No recaer!
-Lena...-dice inhalando con tranquilidad –¿Pensaste que no seguí tus pasos? ¿pensaste que no manejé cada uno de tus movimientos?. Mi preziosa Lena. Sigues siendo aquella ingenua niña drogadicta ansiosa de escapar de una familia que te ama y respeta.
-¡Cállate! – le grito avanzando hacía él. Él sonríe de forma perversa al conseguir su propósito. Que pierda el control para poder manejarme a su antojo. Que vuelva a recaer para manipularme con drogas.
-Sé que quieres tomar la Heroína. –sonríe antes de voltearse hacia la bolsita en su escritorio. –Puedes hacerlo. No miraré – Juega a darse la vuelta un par de veces y luego ríe. Lo detesto. Aborrezco cada momento en que su respiración delata que sigue con vida. Me acerco, decidida con la vista fija, tomo la bolsita, la abro y esparzo toda la droga sobre su escritorio empolvando sus papeles y billetes. Veo que hace una mueca, pero la esconde de inmediato con otra sonrisa fingida.
Saca un celular, escribe un mensaje corto y al segundo siguiente, los hombres de la entrada abren la puerta para hacer pasar a una delgada mujer rubia. Tiene los ojos rojos e hinchados, la mirada ida y la ropa, a pesar de ser elegante y de marca, se encuentra bastante sucia.
-Cada día realizo tratos con gente como tú, querida Lena –murmura antes de acercarse a la mujer rubia, tomar de su brazo y hacerle una seña para que se siente sobre el sillón. La pobre chica tiembla con el rostro escondido entre su enredado cabello. Me mira con súplica y luego con miedo hacia  mi padre. – Espero que el negocio que tenemos tú y yo mi dulce hija– me mira con una sonrisa y luego sigue con la atención en la chica -termine mejor que el negocio que tengo con... -se detiene y levanta el  rostro de la mujer con brusquedad.
-Antonia – le responde ella con voz cortada.
-Termine mejor que el negocio que tengo con Antonia – continúa con una sonrisa perversa. No puedo dejar de verla, ver su sufrimiento, su necesidad por la droga esparcida en el escritorio. Sin contenerme, sigo su mirada y quedo perdida al igual que ella.
¡Contrólate Lena!
645 días, un día mas, una noche más.
¡Conservar el control! ¡Proteger el dominio sobre mí misma! ¡No recaer!
-¿Qué quieres? –le pregunto.
-Nada que no hayas aceptado ya realizar – responde con una sonrisa de inocencia antes de caminar hacia el escritorio y coger  un poco de la heroína esparcida .
-Ya hemos terminado aquí – le dice a la joven reuniendo un poco más de droga en la otra mano y entregándoselo. No quiero ver lo que sigue, no puedo, simplemente no puedo. ¡No!  ¡No! ¡Abre los malditos ojos! De inmediato, veo a la chica vitorear, le da las gracias con adoración y sale de la habitación tambaleándose.
"concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar"
Ya no soy aquella niña manejada por su padre, no soy un títere en sus maniobras, en su control sobre mí por medio de sus drogas.
-Como dije, el escenario ha cambiado –exclama regresando a su escritorio como si nada hubiese ocurrido, como si nunca le hubiese entregado la suficiente droga a aquella pobre chica para terminar muerta por sobredosis.
Aturdida por la escena, observo en silencio a mi padre sacar varios documentos de un cajón.
Aun estando a distancia, logro reconocer de inmediato los papeles. Con pasos inseguros, me acerco al escritorio y noto los rastros de sangre en ellos, mi firma en la última página junto a la suya y la de un policía.
-Lex, no soy de utilidad para el Clan Valachi. –respiro lento y trato de mantener el control. Alejar los recuerdos de la procedencia de aquella sangre y causa de aquel contrato. El rostro de Sara inunda mi mente. El accidente. La sangre.
-Tengo planeado algo más importante que tu inminente participación –explica serio y dejando los juegos de lado. –La Brigada Antinarcóticos finalmente logró iniciar un Procedimiento Penal en mi contra, y el juez designado es Nicolás Farrell. -dice al sacar una Carpeta Roja de otro cajón.  ¿Lex Valachi en la cárcel? No puede ser...Una sonrisa se asoma en su rostro. De inmediato, la sorpresa se desvanece.
-¿Tú lo has organizado? –le pregunto al recibir los papeles previniendo tocar los restos de sangre que bordean mi firma.
-Hasta el último y pequeño detalle -sonríe complacido. -Cuando el Juez Farrell dicte la sentencia, quiero que utilices ésta información. -señala la carpeta roja. Reviso el material. -Y me saques del hoyo.
-¿Juez...Nicolas Farrell? -Él asiente con una sonrisa. ¡Merda! Por eso me ha escogido a mí. Sabe que trabajo en la Agencia de Moda de Alex Farrell. Sabe que trabajo con su hija.  Sigo revisando los documentos de la carpeta hasta entender su plan.
-Entonces...Víctor Farrell... ¿El senador?
-Sí. Él es el hermano del Juez, Nicolas -Dice siguiendo la idea.
-¿Su hermano, el Senador, tiene los documentos faltantes para extorsionar al Juez y conseguir tu libertad? -pregunto escéptica. Él vuelve a asentir -¿Cómo estás tan seguro que nos los dará para utilizarlos contra su propio hermano? – Mis dedos se deslizan por el Acta medica incompleta. Faltan detalles importantes de lo ocurrido junto a varios hechos y conclusiones del doctor. Pero con la información que se logra desprender, no puedo evitar sentir repugnancia hacía ambos hombres, y en especial hacía mi propio padre. La información que quiere que utilice para extorsionar al Juez y conseguir su libertad es horrorosa. Deplorable...Pobre mujer.
-Querida Lena -se acerca y coloca su mano en mi rostro. -Aun no aprendes...-su mano se desliza por mi cabello y no puedo evitar encogerme ante el frío contacto. -Todos tienen un precio. Debes saber cuáles son sus objetivos, y el de los políticos corruptos como el Senador Víctor Farrell, suelen ser bastante predecibles.
Reviso el resto de los documentos y mi estómago da un giro al tomar la foto de una joven. No parece tener más de 20 años.
Mi dedo índice recorre la imagen, desde sus labios llenos hasta su cabello rojizo. Tiene pequeñas pecas sobre la nariz y un lunar justo bajo el ojo izquierdo. Es preciosa. Guardo con cuidado la foto en la carpeta y continuo examinando el material.
-Acércate a ellos... A toda la familia Farrell. Busca sus debilidades, sus miedos. No quiero sorpresas Lena. -ordena con voz firme. -E Imagino que ya sabes cómo conseguirlo. -Alex. Quiere que utilice a Alex para acercarme al Juez y Senador.
-¿También a la chica...Emma Farrell? -pregunto volviendo a tomar la foto de la pelirroja. Su expresión es soñadora, inocente e incluso un poco solitaria.
Con el material de la carpeta es fácil darse cuenta que no ha tenido una vida fácil. Rodeada de mentiras. De tragedias. Un asco de familia.
-Es la hija del Juez y sobrina del Senador, ¿qué crees tú? -pregunta con tono irónico y malicioso.
-¿Y si me niego? -se acerca hasta quedar a centímetro de mi rostro.
-Ante cualquier inseguridad, ante cualquier duda o remordimiento –su respiración es pesada y el rostro inexpresivo –lee el contrato que has firmado para que yo cubra tus estúpidas acciones.–murmura bajando el tono de voz. -Y recuérdate a ti misma  las implicaciones de no efectuar tu parte del trato. -su tono cambia radical a uno cariñoso que solo usa conmigo. Es un tono perverso -Querida Lena, yo te cubrí, ahora te toca a ti. Eso hace una familia. Nuestra familia.

La Familia Valachi.

TRAS LAS HUELLAS DE SU NOMBRE - (Girl x Girl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora