Cap. 70| "El camino hacia la felicidad"

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Narra Owen

-Aquí estoy -dije llegando casi sin aliento a la oficina de Amelia.
Arizona estaba allí, de pie y cruzada de brazos. Volteó a verme preocupada y señaló con su mirada el baño de la oficina.
-¿Qué le sucede? -pregunté cerrando la puerta detrás de mí.
-Estábamos almorzando y las náuseas regresaron, pero parecen más fuertes que nunca -respondió la rubia.
Amelia y yo le habíamos confiado la noticia del embarazo a nuestra mejor amiga, Arizona era parte de ese secreto que por el momento queríamos ocultar.
-Yo me encargo, descuida. Y gracias, Ari -le sonreí y ella también sonrió.
Pero luego presioné mis labios preocupado y caminé hacia la puerta del baño que estaba cerrada, me paré junto a ella y la golpeé con suavidad.
-Amy, soy yo -dije con suavidad.
Solo recibí ruidod de quejidos y vómitos.
-¿Puedo entrar? -pregunté.
-Soy un desastre, mejor no -respondió Amelia en solo aliento.
-Sabes que jamás serás un desastre para mí ¿no? -pregunté sonriendo e intenté abrir la puerta- voy a entrar.
Amelia no me detuvo y solo continuó vomitando, abrí la puerta con suavidad y finalmente la vi de rodillas frente al retrete.
Era la primera vez que la veía de esa manera. Las náuseas de Amelia comenzaron durante nuestro distanciamiento, y cuando nos reconciliamos parecieron cesar.
Pero habían regresado.
Me tomé un par de segundos para proceder, hasta que finalmente decidí ponerme de rodillas a su lado.
Llevé mi mano a su cabello y lo recogí.
Amelia levantó su mirada y me observó con cansancio, por sus ojos corrían lágrimas producto del esfuerzo que estaba haciendo su cuerpo.
-Este embarazo me está matando -dijo resignada.
-Tranquila, lo estás haciendo muy bien -respondí besando su frente y limpié sus lágrimas con mi mano libre.
-Estaba orgullosa de mí misma porque las náuseas habían cesado justo a tiempo para nuestra boda -me comentó mordiendo su labio apenada.
Pero al terminar sus palabras volvió a enfocarse en el retrete y siguió vomitando. Sonreí apenado y acaricié su espalda.
-Todo estará bien, tú tranquila -susurré y me mantuve conteniéndola.
Amelia suspiró y volvió a observarme con cansancio.
-Creo que no deberíamos ir a la consulta con Carina De Luca -me comentó- suspendamos el turno.
-¿Por qué? -pregunté con calma- Carina seguramente te dará tranquilidad, incluso seguro tenga algo para tus náuseas.
-¿Y si las náuseas indican algo malo? -preguntó nerviosa.
-Las náuseas son reacciones de tu cuerpo con el embarazo. ¿Con Christopher no eran tan frecuentes? -pregunté nuevamente mientras frotaba su espalda para calmarla.
-No, no tanto -confesó.
-Tranquila, Amy -susurré- no te presiones, tu cuerpo y tu mente necesitan que te relajes.
Amelia suspiró y asintió mientras cerraba sus ojos y se apoyaba contra mi cuerpo. La rodeé con mis brazos y nos mantuvimos juntos y aferrados de rodillas sobre el suelo.
-¿Tienes miedo de ir a la consulta con Carina? -susurré en su oído.
Amelia no respondió, aún intentaba recomponerse de todo el esfuerzo que su cuerpo había hecho. Escondió su rostro en mi cuello y me mantuve en silencio, tal vez eso era lo único que ella necesitaba.
-¿Recuerdas a mi amiga pelirroja de Los Ángeles? la misma que estuvo en la última operación de mi madre. Addison fue quien controló mi primer embarazo. Ella conocía mi cuerpo perfectamente, estuvo en cada consulta intentando evacuar mis miedos y mi tristeza -susurró Amelia en mi oído- era mi amiga, una de las mejores que he tenido, me asusta hacerlo con alguien que no sea ella.
Sonreí al escucharla, la dulzura e incondicionalidad de Amelia me cautivaban. Besé su mejilla e intenté guiar mis manos a su vientre, pero me detuve antes, vacilé mis movimientos, no quería invadirla.
Pero Amelia dio el impulso que faltaba y tomó mis manos con dulzura, las guió por encima de su ropa hasta su vientre y reposó las suyas allí también mientras entrelazábamos nuestros dedos.
Tardé un par de segundos en creer que todo lo que estábamos viviendo era real. Sonreí al sentir su vientre, aún sin mostrar forma alguna, lo acaricié con mi pulgar por encima de su ropa y besé su cabeza.
-Sé que Addison te transmitía confianza, tal vez podamos estar con ella en algún momento -susurré en su oído- pero mientras tanto necesitamos chequear cómo va el embarazo, necesitamos chequear tu salud. Carina es buena, te agradará.
-¿Y si algo va mal? -preguntó presionando mis manos, intentando aferrarse con más precisión a su vientre.
-Pase lo que pase debes recordar que eres muy valiente, y que no estás sola -respondí- muchas personas que te quieren cuidar de ti.
-Y estás tú -añadió Amelia con su voz temblorosa.
Sonreí y besé con dulzura una parte de su cuello que quedaba al descubierto.
-Y estoy yo, y jamás te dejaría sola en esto. Y están nuestros hijos, que jamás dejarían que su mamá sufra -dije.
Amelia me observó y sonrió, tenía sus ojos llenos de lágrimas. Veía miedo y temor a través de su mirada, pero también veía amor e ilusión.
Mordió su labio y asintió, besé su frente y ella cerró sus ojos, intentando descansar y estar más tranquila.
-Lo haremos cuando estés lista -susurré en su oído.
-Tienes razón, tenemos que ir con Carina. Nos está esperando -susurró.
-Y luego, si deseas, podemos hablar con tu amiga, Addison -añadí, intentando transmitirle confianza y apoyo.
Amelia abrió sus ojos y sonrió conforme, se mantuvo entre mis brazos, apoyada contra mi cuerpo, intentando recomponerse y recobrar fuerzas para enfrentar el momento.
Y yo me mantuve en silencio, sintiendo su vientre, su respiración que comenzaba a relajarse, su dulce aroma, su calor lleno de calidez y su maravillosa presencia.

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