Cap. 67| "Los chismes que intentan arruinarnos"

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Narra Amelia

Al día siguiente, desperté muy temprano junto a Owen y un pequeño intruso que decidió venir a nuestra cama a mitad de la madrugada, Christopher.
Recién comenzaban a atravesar la ventana los primeros rayos de luz del día. Eran las 6 AM.
Observé a los hombres que tenía a mi lado, Christopher dormía plácidamente mientras abrazaba una figura pequeña de Batman que había decidido traer con él. Sonreí al observarlo y contemplé la perfección y pequeñez de sus facciones.
Y a su lado estaba Owen, rodeándolo con su brazo y apoyando su mentón sobre los rulos del pequeño. Mordí mi labio ante esa dulce escena de padre e hijo y continué enfocándome en el pelirrojo, que dormía completamente lleno de paz.
Al instante recordé la llamada de Lucas, las insinuaciones que me hizo sobre el hombre que tengo a mi lado y las advertencias. Mordí mi labio un poco abrumada, tal vez por eso había despertado tan temprano, mi mente no sabía qué creer.
No sabía cómo Lucas sabía o creía saber tanto.
Sabía que si Owen supiera que estaba envuelta en las cosas que me dijo el hermano de Sadie la noche anterior realmente iba a molestarse.
Sonreí apenada y con una extrañeza que invadía mi pecho, volví a observar a Christopher y supe que tal vez debía dejarlos dormir tranquilos, era hora de comenzar mi día y, tal vez de esa manera, lograría evitar a Owen por unos momentos o unas horas.
Me levanté de la cama con cuidado y Christopher notó el vacío a su lado, lanzó un par de quejidos dormido y se aferró a Batman con fuerzas.
Lo arropé con las mantas y me incliné para besar su pequeña frente. Sonreí y me alejé de él.
Intenté buscar mis prendas para comenzar el día con el mínimo silencio. Pero Owen siempre estaba pendiente y alerta de todo, así que mis movimientos se vieron frustrados al cabo de unos segundos:
-¿Amy? -preguntó con su voz ronca.
Volteé a verlo y me observaba con sus ojos achinados, muerto de sueño.
-No puedo dormir. Iré al hospital antes, terminaré mis informes en mi oficina -le respondí en un susurro.
-¿Qué hora es? -volvió a preguntar.
-6 AM. Es muy temprano para que tú y los niños despierten aún -susurré y sonreí.
-Okay -respondió sin entender demasiado.
-Tomaré un taxi para que puedas usar el coche y llevar a Cami a la escuela -añadí sonriendo- ¿podrás con todo?
-Sí, descuida. Ve -sonrió, aún con sus ojos achinados.
Volvió a acurrucarse junto a Christopher, dispuesto a seguir durmiendo. Sonreí y mordí mi labio mientras pensaba en si debería desconfiar de él o no.
Sacudí mi cabeza intentando hacer a un lado mis pensamientos y terminé de tomar mis prendas para finalmente salir del cuarto.
-Amelia -la voz de Owen volvió a resonar en un susurro.
-¿Qué? -pregunté volviendo a verlo, temiendo que descubriera mi extrañeza.
-Te amo -respondió con dulzura.
Tenía sus ojos cerrados pero una pequeña sonrisa se había formado en su rostro, sonreí y me sentí culpable por estar dudando de las advertencias de Lucas.
-Te amo, O' -respondí con culpa y mi voz un poco temblorosa.
Salí lo antes posible del cuarto, intentando no quebrarme y seguir con mi objetivo.
Me vestí y preparé con rapidez, decidí no desayunar allí y optar por la cafetería del hospital.
Estaba lista, ya podía comenzar mi día. Pero al salir del baño que estaba justo a pocos pasos del cuarto de Cami, supe que tenía que hacer una última parada antes de irme.
Caminé sin hacer ruido alguno hacia el cuarto de la pequeña, la puerta estaba abierta y el ambiente comenzaba a iluminarse por la luz del día.
Y al llegar allí, no me fue muy difícil distinguirla: dormía plácidamente, con su rostro tan bonito que emanaba paz. Dormía de costado, enfrentando la puerta, con una de sus manos debajo de su almohada y la otra aferrándose a sus mantas.
Sonreí completamente enternecida y caminé hasta la cama con cuidado.
Me puse de rodillas junto a ella y la observé, seguramente estaba disfrutando de sus sueños y eso me hacía sentir tranquila. Parecía estar durmiendo con tranquilidad, nada la molestaba.
No pude contenerme y mi mano se posó en su cintura, la acaricié con cuidado y sonreí mientras la continuaba apreciando. Sus párpados relajados, su nariz pequeña y perfecta, sus labios que parecían esbozar una pequeña sonrisa incluso dormida, sus cabellos rubios y sus pestañas largas. Era perfecta, y era mi pequeña, mi hija.
Pero pronto Cami sintió mi presencia y emitió un pequeño quejido mientras se movió y abrió sus ojos con dificultad.
-¿Mami? -me preguntó con su voz fina y suave.
-No quería despertarte -susurré y sonreí apenada- solo quería observarte antes de irme al hospital.
-¿Te vas? -preguntó confundida- ¿es hora de ir a la escuela?
-No -reí y me acerqué más a ella para besar su frente- puedes seguir durmiendo un rato más. Pero yo me iré ahora.
-¿No te veré en el desayuno? -volvió a preguntar con sus ojos achinados.
-Me temo que no -mordí mi labio con pena.
Camila me observó en silencio, luchaba contra el sueño que la invadía y por mantenerse despierta. Sonreí al observarla y me llené con su imagen tan angelical e inocente.
-Te veré en un par de horas ¿si? -susurré acercándome a su oído y besé su mejilla.
-Okay -respondió al sentirme, completamente relajada.
La observé de cerca, acaricié su mejilla y choqué mi frente con la suya con cuidado.
-Espero que tengas un día maravilloso. Sabes que te amo ¿no? -susurré admirando todas sus facciones.
Cami sonrió y asintió.
-Yo también te amo, mami -respondió con dulzura.
Acaricié su nariz con la yema de uno de mis dedos y ella cerró sus ojos, rindiéndose completamente al sueño, enamorándome con su dulzura y haciéndome sentir completamente agradecida por ser su mamá.

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